Ha entrado marzo en el calendario y es como si el verano hubiese llegado de repente. Es probable que vuelvan a bajar las temperaturas y que incluso tengamos que sacar de nuevo el paraguas, pero en nuestro ánimo, contagiados por la limpieza del cielo y la suavidad de las temperaturas, la primavera ya está aquí, y el verano a la vuelta de la esquina.
Ayer domingo (primer día del mes) mis hijos pedaleaban alegremente por el parque con sus bicicletas nuevas, mientras mi santa y yo, junto con un par de amigos, cuyos niños también disfrutaban de la libertad de un día primaveral, nos sentamos en una terraza, bajo la protección de una amplia sombrilla publicitaria de una bebida carbonatada, para comer bocadillos y pizzas y sobre todo, en mi caso, para pimplar un par de jarras de cerveza helada.
En estos primeros días casi veraniegos muchos andamos con bastantes dudas sobre el vestuario que usar. Yo, por ejemplo, me llevé una chaqueta para ponerme sobre el polo de mangas largas, por si acaso, y después me sobraron hasta las mangas del polo. Y es que el cambio de temperaturas ha sido tan contundente como imprevisto y nos ha pillado a muchos desaclimatados.
Apenas dos meses he utilizado el pijama, y ya desde antes de ayer vuelvo a la libertad desnuda de la piel bajo las sábanas, a caminar descalzo y a pedir las cervezas heladas y el resto de bebidas con mucho hielo. ¿He dicho que me encantan estos primeros días primaverales?
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