domingo, 3 de agosto de 2008

La primera cerveza

Hoy domingo a las 15:45 h, en el mismo momento en el que giré la llave en la cerradura de la oficina comenzaron mis vacaciones. Justo desde ese momento mi tiempo es sólo futuro y presente pero ya nunca pasado. Desde ese momento, en el que cerré una puerta y me abrí a las vacaciones llevo el reloj como quien lleva una bonita pulsera. Desde ese momento no estoy en agosto, ni en verano, ni en ningún sitio físico, ahora estoy de vacaciones. Que no es lo mismo.

Curioso lo de las vacaciones -ese sagrado periodo de tiempo donde todo puede ocurrir, aparecer o desaparecer- donde lo realmente importante no es estar de vacaciones sino sentir las vacaciones como se siente la primera de las dos cerveza que me tomé instantes después acompañadas de un centollo, esa primera cerveza era distinta, era una cerveza dando sabor a una charla entre amigos, con risas compartidas, seguida por otra cerveza y rabo de toro, tan español, tan fecundo en posibilidad, servido en un plato blanco como luna llena. Esa primera cerveza repetida después iba preñada de vida, como mi señora, preñada de mi niño.

De postre pastel de trufas con avellanas y para terminar copazo de gin de color azul como el mar que baña mis sueños. Esos sueños que ya se empiezan a cumplir.

Me voy a escuchar música tumbado en el suelo de mármol fresquito como la rosa de la mañana.

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