Hay días en los que desde el primer vaso de leche fría de la mañana todo te sale bien. Salgo a comprar el pan y el ascensor me espera, no hay colas en la panadería, el pan huele que alimenta, sales de la panadería con ganas de abrazarte con el primero que pasa junto a ti. Te reprimes, claro está. Recoger los líos de la casa te llega a parecer hasta divertido, pones música mientras haces la cama dándote cuenta que hoy te sientes estúpidamente feliz.
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