Acabo de terminar de leerme el libro Parábolas, aforismos y comparaciones de Arthur Schopenhauer editado por Círculo de Lectores. Un pequeño libro pero con mucho fondo. Aquí os cuelgo algunas que me han gustado.
El medio más seguro de no llegar a ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz.
La riqueza se parece al agua del mar, cuanta más bebemos, tanto más sedientos nos sentimos.
El destino baraja las cartas y nosotros jugamos.
Para saber cuánta felicidad puede recibir uno en la vida lo único que se necesita es saber cuánta felicidad puede dar.
Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.
A nuestros años ya transcurridos, con sus vivencias y sus acciones, les ocurre lo mismo que a los objetos de la orilla de la que vamos alejándonos en barco: se vuelven cada vez más pequeños, irreconocibles y difíciles de distinguir.
Con una obra de arte hemos de comportarnos igual que con un rey: colocarnos delante y aguardar a que nos diga algo.
Sobre la puerta del burdel de Pompeya se hallaba, debajo del falo, esta inscripción: Hic habitat felicitas.
Los bienes subjetivos, como un carácter noble, una cabeza capaz, un temperamento feliz, un ánimo jovial y un cuerpo bien constituido, completamente sano, o sea, mens sana in corpore sano, son los bienes primeros y más importantes para nuestra felicidad, por lo que deberíamos pensar mucho más en fomentarlos y conservarlos a ellos que no en poseer bienes y honores externos.
El medio más seguro de no llegar a ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz.
La riqueza se parece al agua del mar, cuanta más bebemos, tanto más sedientos nos sentimos.
El destino baraja las cartas y nosotros jugamos.
Para saber cuánta felicidad puede recibir uno en la vida lo único que se necesita es saber cuánta felicidad puede dar.
Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.
A nuestros años ya transcurridos, con sus vivencias y sus acciones, les ocurre lo mismo que a los objetos de la orilla de la que vamos alejándonos en barco: se vuelven cada vez más pequeños, irreconocibles y difíciles de distinguir.
Con una obra de arte hemos de comportarnos igual que con un rey: colocarnos delante y aguardar a que nos diga algo.
Sobre la puerta del burdel de Pompeya se hallaba, debajo del falo, esta inscripción: Hic habitat felicitas.
Los bienes subjetivos, como un carácter noble, una cabeza capaz, un temperamento feliz, un ánimo jovial y un cuerpo bien constituido, completamente sano, o sea, mens sana in corpore sano, son los bienes primeros y más importantes para nuestra felicidad, por lo que deberíamos pensar mucho más en fomentarlos y conservarlos a ellos que no en poseer bienes y honores externos.
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