Hay una sección en este blog que tengo un tanto olvidada (en realidad hay más de una). La titulé Arte Callejero, y en ella iba a dar cabida a cualquier representación artística callejera que me llamase la atención. Valía casi cualquier cosa que sea considerada arte y no esté encerrada en un museo. Desde un contenedor de vidrio que alguien decoró de manera preciosista, hasta alguien cantando en la calle, o bien un amuleto africano que me atrajese en el rastro y especialmente, lo que venía rellenando estas páginas virtuales, los graffitis que tanto nos rodean.
Para que algo me parezca que sea artístico simplemente ha de parecérmela a mí. Sé que no me he explicado muy bien, pero con ello quiero decir que es sencillo, es la gran ventaja de que este sea un blog personal en el cual yo quito y pongo cuánto me va en gana. Estas son las normas y si no les gustan -parafraseando a Groucho- tengo otras.
En esta entrada de blog coloco una foto de un barrio de Fuengirola, El Boquetillo, que está viendo remozado sus calles con arte urbano. Un espacio público refrescado con murales de tamaño monumental y que en conjunto queda estupendo, al menos desde mi punto de vista. En este barrio cambiaba yo las estampas de fútbol en mis primaveras escolares. Por el camino desde el colegio a mi casa cruzaba estas calles cada día, cargando a mi espaldas con una mochila llena de libros y libretas, con un futuro inesperado e ilusionante al que me he ido acercando hasta actualidad de estos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario