Soy asiduo seguidor de charlas literarias. Lo confieso. Me gustan. Siempre que tengo la oportunidad hago todo lo que puedo para acudir a alguna. Me aportan mucho. Por eso suelo estar atento a todas las charlas, o coloquios, o conversaciones alrededor de la literatura y si el autor y/o el tema me gustan y las circunstancias cuadran. Allí que me planto.
He escrito que me aportan mucho, y así lo veo. Para comenzar, cada vez que salgo de una se han acrecentado mis ganas de leer, que es uno de mis mayores vicios en la vida y, por supuesto, siempre aprendo algo. No sales de una charla literaria sin haber aprendido algo. Si estas simples afirmaciones no fuesen suficiente, Además, me parecen un plan estupendo para pasar una tarde. Luego, si voy acompañado, suele terciar una caña y alguna que otra vianda, que tampoco está mal. Y digamos, que la charla se extiende entre amigos con unas cervezas de por medio y con nuestros particulares puntos de vista.
En estos últimos años he podido asistir a bastantes charlas con autores. Así por encima recuerdo que pude asistir en el patio principal del Museo Carmen Thyssen a la charla de Enrique Vila-Matas presentando Esta bruma insensata. Anteriormente pude asistir a una charla suya en el Centro Cultural María Victoria Atencia.
En el Centro Cultural La Malagueta pude ver a
Montero Glez, autor muy complicado de sacar de casa, como él mismo afirmó, que vino a presentar su último libro publicado, Carne de Sirena, que me leí febrilmente justo antes de la entrevista, pues quise asistir con la novela leída antes de acudir. En esa misma sala pude ver la cercana
Esther García Llovet, que me sorprendió con la curiosidad de que su niñez estaba muy vinculada a Fuengirola. También en el mismo centro cultural pude saludar a
Irene Vallejo, que me pareció la mujer más dulce del mundo y que ha escrito el ensayo más absolutamente bello que jamás he tenido entre mis manos, y eso que aún no lo he terminado, puesto que me estaba gustando tanto que he decidido reiniciarlo para poder disfrutarlo aún más.
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Isaac Rosa en Fuengirola |
En Málaga también, pero en La Térmica pude ver por primera vez a
Antonio Muñoz Molina, uno de mis escritores favoritos. Luego he tenido la oportunidad de verlo en distintas ocasiones, otra vez en Málaga, pero en el Salón de Actos de Unicaja, en Marbella y en Alhaurín de la Torre. Tengo muy buen recuerdo de todas y no que canso de escucharlo. Incluso fui a ver la presentación de
Por un túnel de silencio, de
Arturo Muñoz, hijo del autor jienense. Muy interesante también. Libro muy recomendable, por cierto.
Otro de mis autores favoritos es el donostiarra Fernando Aramburu, con el que también he tenido la fortuna de poder repetir asistencia. Una primera vez en La Térmica, que fue una charla multitudinaria, tras el éxito de su novela Patria. A Aramburu podría escucharlo días. En La Térmica también tuve el gusto de escuchar, saludar e incluso la fortuna de que me firmase un par de novelas el autor irlandés John Banville.
En un ciclo en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina de Málaga también he tenido la oportunidad de disfrutar de una conversación entre la autora almeriense Aurora Luque, Premio Nacional de Poesía y Cristina Rosenvinge que fue un encanto de charla. Y en otra ocasión la conversación del Premio Nobel Mario Vargas Llosa y el escritor cubano Leonardo Padura, en el II Festival Literario de América y Europa, que se llamó Escribidores.
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Manuel Vilas en Fuengirola |
Algunas de aquellas charlas fueron en ese tiempo aciago de caras tapadas con mascarillas y muchas de las presentaciones de libros he tenido la fortuna de disfrutarlas cerca de casa, en la biblioteca Miguel de Cervantes de Fuengirola. Es una suerte que la biblioteca pueda acceder a autores como
Jesús Carrasco al que comencé a seguir tras su primera novela
Intemperie y que vino a presentar su maravilloso libro Volver a casa. Es de los pocos autores que, por ahora, he leído todas sus novelas.
Lorenzo Silva mostró su extraordinaria capacidad de comunicación con la presentación del libro que traía en ese momento bajo el brazo,
Castellano, aunque yo lo que he leído de él es de su serie de Bevilacqua y Chamorro.
Sergio del Molino vino también a Fuengirola presentando su último libro, Un tal González, pero yo acudí con su libro La piel, que me encantó. Algo similar me pasó con Javier Cercas que llegaba para hablar sobre El castillo de Barbazul y terminó hablando de muchas cosas menos casi de su último libro.
Al final es una oportunidad de conocer a los autores con los que has pasado horas de lectura, o en algunos caso, como me ocurrió con Isaac Rosa, conocer autores a los que no he leído nada, o como me ocurrió con Manuel Vilas, que me leí el libro que llevaba bastante tiempo en la estantería.