viernes, 21 de octubre de 2022

Montero Glez en Málaga

Vino a Málaga uno de los escritores yo diría más originales de las últimas décadas. Montero Glez, escritor madrileño pero gaditano adoptivo. Escritor navajero sin pelos en la lengua capaz de escribir con arte y redoble, taconear y carnearte de arriba abajo mientras lees un párrafo. Pocos libros he leído más incorrectos, tan fuera de norma, tan arrebatadoramente transgresores como algunos de los escritos por Montero Glez.

Recuerdo haber leído por primera vez Sed de Champán o Manteca Colorá. Libros de lectura gozosa, no tanto por el qué que como el cómo. Porque los párrafos, las frases o las palabras de los textos de Montero Glez no están escritos a vuela pluma y se nota. Sus libros llegan con el peso de los tachones y los folios desechados, donde los recovecos de la escritura rima con la simetría de los significados, donde una sirena tiene el significado esperado y el inesperado. La ambigüedad de lo escrito junto al tajo directo del bisturí. 

No es habitual Montero Glez a charlas ni a lugares públicos, él mismo lo explicó, prefiere la soledad del horizonte, las conversaciones de barras que la grandilocuencia de las redes sociales. Aficionado al fútbol, pero al fútbol de puro y coñac, no ese sucedáneo light y de atletismos que tenemos ahora. Acudió con mascarilla porque venía aún debilucho de haber arrastrado secuelas de la Covid. Afirmó haberlo pasado muy muy jodido. Enemigo de salir de su playa, prefiere el fuerte viento tarifeño al denso ruido de los cláxones, así que no es sencillo verle fuera de su entorno de confort. 

El tema es que Roberto Montero Gonzalez acudía al Centro Cultural La Malagueta, y no lo hacía a presentar ningún libro, sino a hablar de Literatura, aunque recientemente había publicado Carne de Sirena. El tema principal del diálogo que mantuvo con José Antonio Trujillo llevaba el título de Literatura Cuántica, pero Montero Glez que es buen orador tocó muchos temas y la hora de acabar nos pilló en un santiamén.

Al final de la charla tuve la suerte de compartir un conversación con Montero Glez, y me traje un par de libros firmados de su puño y letra. Una suerte. 

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