Vino Lorenzo Silva a Fuengirola sin libro que presentar, aunque en sus espaldas hay una amplia lista de novelas. La verdadera lectora de su obra en casa es mi mujer, que es una catedrática de la literatura criminal, una profesional de novela policiaca, capaz de oler la sangre varias páginas antes de que se haya derramado. Con un olfato de sabueso para descartar pistas y especialmente acertado a la hora de desenmascarar asesinos, verdugos o defraudadores de almas que ya quisieran para sí los mejores detectives de la literatura mundial.
De entre todos estos virtuosos de agarrar por el hombro a sospechosos de quitar de en medio a víctimas inocentes, unos de sus favoritos son la pareja de guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, personajes creados por Lorenzo Silva, que a lo largo de una larga serie de novelas han ido creciendo como pareja. Pareja de guardias civiles, no nos vayamos a confundir.
Yo acudí a la entrevista a Lorenzo Silva con el único libro que me he leído suyo, para que me lo dedicara, pero sobre todo para escucharle hablar. Lorenzo Silva es un orador excepcional, de estas personas que da gusto escuchar, no sólo porque hile perfectamente sus frases, no sólo porque utilice un vocabulario acertado a la vez que juguetón, sino porque -aparte de su estupenda voz- tiene cosas interesantes que contar. Un maestro de la conversación.
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