Vino James Rhodes al Teatro de Cervantes de Málaga a tocar el piano. Soy un amante de la música de piano. A menudo en casa me pongo música de piano y desde que tengo Spotify más aún. Así que en cuanto vi la posibilidad de asistir al concierto no dudé. Me pillaba en vacaciones y aunque al día siguiente habría que madrugar, no importaba. Mi amigo Miguel también se apuntó.
Teníamos una ubicación ideal. Lo suficientemente cerca para comprobar su intensa capacidad de abstracción y lo suficientemente descentrados para poder ver esa concentración tomar forma en sus virtuosas manos. Rhodes fue intercalando piezas de Chopin, Bach (incluida su Chacona), e incluso Puccini.
Entre canción y canción Rhodes se levantaba de su taburete, con su ya clásica camiseta negra de Bach, cogía un micrófono que tenía apoyado en el suelo junto al piano, y nos introducía la siguiente pieza. Te contaba a grandes trazos qué motivó al autor a escribir la obra, bajo qué circunstancias, o qué suponía aquella obra en el momento en el que se escribió. A cada obra una pequeña introducción. Muy ameno.
Quiso volver varias veces, muy agradecido, a interpretar bises. Después del concierto se sentó en una mesa a firmar sus libros. A mí me firmó el segundo, el primero lo dejé en el coche, pensando que no saldría a firmar. Me hubierta gustado que me firmara su Instrumental, pero bueno, otra vez será.
Después del concierto Miguel y yo fuimos a cenar, a darnos un pequeño homenaje. A añadir placeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario