viernes, 31 de octubre de 2014

Una Leffe Brown

Se acaba el mes y todavía no he echado un trago virtual en este blog, ni siquiera he ofrecido un gentil y discreto brindis, ni nada. ¡Qué soso me estoy volviendo! Al final va a tener razón mi santa. La edad me está erosionando tanto que estoy perdiendo hasta las malas costumbres. ¿Quién lo iba a decir?

Aún así, no pienso faltar a la cita mensual con mi gran número de seguidores ausentes y voy a contarles que un buen día de hace ya demasiados años, en nuestra irrepetible visita a Bélgica, junto a la majestuosa Grote Markt de Amberes, en una pequeña y coqueta taberna, me pimplé una estupenda Leffe Brown. ¡Qué sabrosos recuerdos aquellos!

Recuerdo también que me eché entre pecho y espalda una especie de bocadillo de pequeñísimas gambas, casi camarones diminutos, aderezadas con una salsa entre mayonesa y curry, acompañado también de cangrejo y una extraña lechuga que me deleitó el paladar. Y no se me ocurrió nada mejor -y todavía sigue sin ocurrírseme- para tragar semejante maravilla que unas buenas cervezas. Primero fue una Leffe Brown, después, según leo en una entrada anterior, me tragué una Stella Artois.

La Leffe Brown es de las cervezas negras que más buen regusto me han dejado en la memoria. Así que si quieren tener bonitos recuerdos, ya saben, brinden con una Leffe Brown.

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