martes, 28 de octubre de 2014

Donde sea

Casi a diario visito las páginas de compañías aéreas intentando encontrar algún vuelo cuyo precio irresistible voltee la penuria de nuestros escuálidos ahorros en una incierta e improbable escapada hacia cualquier lugar. No es plato de buen gusto perder el tiempo buscando lo que uno cree que no va a encontrar, rebuscando entre cientos y cientos de posibilidades de vuelos para que, en última instancia, uno vuelva a salir por las puertas de atrás de las páginas, día tras día, aterrizando en la rutina de las mismas aceras.

Esta metódica y aparentemente estéril búsqueda nos ha llevado a viajar con anterioridad, y en más de una ocasión, a sitios a los que no teníamos ni remotamente pensado viajar, y ha emplazado en nuestras vidas recuerdos inesperados en ciudades imprevistas. Muchos de ellos verdaderamente inolvidables.

Estos recuerdos no hacen más que acrecentar la esperanza por encontrar algo -lo que sea- que nos permita escapar hacia alguna ciudad que esconda esquinas y rincones donde podamos situar un buen puñado de recuerdos inolvidables. 


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