Estaba viendo un documental que había grabado sobre arte, cuando comentaron que uno de las pintores que influenció en mayor medida a los impresionistas fue el pintor francés Corot, Jean Baptiste Camille Corot (1796 - 1875), y en ese preciso momento pusieron un magnífico cuadro de una mujer tumbada. En apenas unos segundos la imagen se me quedó incrustada en algún lugar perdido del cerebelo.
Nada más terminar de ver el documental me senté delante del ordenador, y cinco o seis clicks más tarde estaba delante del cuadro, Bacchante in a landscape, óleo sobre lienzo realizado por Camille Corot en una fecha indeterminada entre 1865 y 1870, es decir, cuando el artista rondaba entre los 68 y los 73 años. Entre diez y cinco años antes de fallecer. Teniendo en cuenta que Corot exponía en el Salón de París desde los 31 años, podemos suponer que el cuadro es una obra madura en su última época.
En esta época tardía -particularmente en esta obra-, si observamos detenidamente, podemos apreciar que la pincelada se desplaza suelta y despreocupada. Corot ha perdido tal vez la preocupación por los detalles y se desempeña a la hora de ejecutar la obra con diversión y regocijo, incluso con una pizca de holganza. No afirmaré que influenciado por una copa de más, aunque así lo sospeche, de hecho, siempre imaginé que esa era una de las características esenciales del impresionismo, especialmente en su primera etapa. A mi juicio, este cuadro da la impresión de estar pintado con alegría y placer, de una manera descuidada y veloz, incluso mareada y desenfocada. Por supuesto que es una opinión personal y nada más.
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Además, la temática principal de la obra, como el título indica,
Bacchante in a landscape -podemos traducirla como Bacante en un paisaje-, parece reforzar esa primera impresión al ver el cuadro. Según leo en la RAE, Bacante significa en la primera acepción: Mujer que celebraba las fiestas bacanales, y en la segunda acepción una Bacante es una mujer descocada, ebria y lúbrica. Proclive a participar en orgías.
Según la mitología griega, las bacantes eran mujeres adoradoras del Dios Baco, asociado a la embriaguez. Se suponía que el rito que llevaban a cabo las bacantes, lanzándose desenfrenadamente al alcohol, los alucinógenos y al misticismo, favorecía la fertilidad. Y que duda cabe que si bien con la celebración de este rito no está claro que aumente (al menos que yo sepa) la fertilidad, sí parece lógico afirmar que aumenta la desinhibición y el entusiasmo hacia el sexo.
En cualquier caso, creo más que posible que Corot estaba tomándose alguna que otra copa cuando rendía homenaje a las bacantes con esta obra. La mujer desnuda, o bacante, está tumbada, totalmente desnuda y despreocupada, con los brazos tras la cabeza, las manos entrelazadas tras los cabellos, como disfrutando en la contemplación de algún objeto distante, tal vez con la mirada perdida, abandonada a sus instintos. Yace sobre lo que parece sere una piel de leopardo, en alusión -supongo- a que, según la mitólogía griega, los leopardos tiraban siempre del carro de Baco.
En segundo termino del cuadro hay una escena difusa, apenas bosquejada e insinuada, donde aparentemente
se puede suponer que hay tres mujeres desnudas, o apenas atabiadas de
vestimenta, quizás preparando o llevando a cabo alguna fase del rito. La figura de la
derecha parece estar sentada, y se puede vislumbrar que estuviera
fumando algo, pues parece que hay como un punto de luz incandescente
justo delante de la boca, y en torno a él, parece haber humo, pero todo es muy tenue y secundario. También, la figura de la izquierda, situada de lado, casi de espaldas al espectador, parece sostener algo entre las manos, ¿un espejo? ¿una botella? ¿una herramienta? ¿un hacha quizás? Parece que estuviera realizando alguna tarea, ya que con la mano derecha, debido a la posición, parece tener agarrado algo, puede que una presa. Por otro lado tampoco queda claro que sean figuras femeninas, ni que estén completamente desnudas. La figura central de esta escena apartada, es la figura que está de pie, algo girada, casi de lado, parece estar adornada con un collar, e incluso puede que esté vestida con un atuendo de cintura hacia abajo. Todo está muy insinuado y apenas detallado. Es escasamente un fondo impreciso y ambiguo.
Las discretas dimensiones del cuadro tampoco favorecen el desarrollo del detallado. Éste es un cuadro apaisado, de 30,8 por 61,5 cm. La tripa, la pierna elevada en ángulo, el pecho, aunque éste en menor cuantía, han sido rectificados, pero no se ha puesto demasiado empeño en la subsanación. El gemelo derecho o la zona donde se cruzan el tobillo apoyado con la zona de la rodilla están terminados de una manera muy brusca y hasta tosca, por donde el pincel ha pasado rápida, muy por encima, con poca dedicación y profundidad.
Por supuesto, al fondo (las nubes y el pequeño lago o río) tampoco se le ha prestado atención. Evidentemente también ha sido llevado a cabo con presteza y levedad. Unos pequeños apuntes para dar cierre y una profundidad somera al cuadro y poco más.
Pero me arriesgaría a pensar que este comportamiento desdeñoso frente al cuadro, puede ser en realidad una búsqueda, una meta, la forma de alcanzar mediante un insistente estado de liviandad un enfoque embriagante. Puede que sí, que todo sea provocado. Puede que esa dejadez y desidia sea un tanteo, un envoltorio o escenario con la intención final de alcanzar una mirada diferente.
Desconozco si existe algún diario que dé respuesta a todo lo que divago, si hay algún tipo de documentación que certifique o rechace lo que aquí escribo. De hecho, no es verdaderamente relevante e importa poco si fue una búsqueda persistente o una simple casualidad. Lo importante, no cabe duda, es que este cuadro, esa forma de languidecer frente a la obra, es una forma de expresión personal muy válida, acaso más sensorial y personal que otras. Quizás es el principio hacia una nueva tendencia de representación, o tal vez no, puede que no, que Corot ya lo intuyera en otra obra anterior y simplemente desarrolló su cuadro a partir de impresiones propias entresacadas en largas contemplaciones de obras ajenas. No lo sé. Sólo sé que anoche esta obra capturó mi atención, y que tras buscarla por Internet deseaba infinitamente tener la posibilidad algún día de acercarme al Metropolitan de Nueva York, y una vez en la sala, detenerme junto a la entrada en la que está ubicada la obra.
Corot fue un pintor principalmente de paisajes, pero también pintó bastantes obras relacionadas con las bacantes. Uno de ellos,
Bacchante by the sea, también está en el Metropolitan Museum of Art (MMA), colocadas juntas. Ambas, según parece, están basadas en un estudio previo fechado en 1837, La ninfa del Sena. Les animo a navegar por la red. Aquí les coloco
un buen enlace.