viernes, 7 de diciembre de 2012

La autopsia del corazón - Enrique Simonet

He tenido la fortuna de disfrutar de la contemplación del cuadro de Simonet La autopsia de corazón en dos ocasiones, ambas en exposiciones realizadas en el Palacio Episcopal de Málaga. La autopsia del corazón está fechado y firmado en Roma en 1890 como trabajo anual sobre el tema del desnudo y es probablemente uno de los cuadros más admirados y queridos en Málaga.

Enrique Simonet (1863-1927) fue un pintor nacido en Valencia pero de padres malagueños. Es considerado, incluso por él mismo, malagueño de adopción. Inició sus estudios de Bellas Artes en su ciudad natal y posteriormente continuó sus estudios académicos en Málaga. El cuadro no se sabe muy bien por qué se inscribió en el Museo de Bellas Artes de Málaga con el título erróneo de "Y tenía corazón" a pesar de que Simonet lo tituló La autopsia del corazón. También se le conoce equivocadamente como La anatomía del corazón. Se sabe además por cartas que Simonet envió a su familia que se sirvió como modelo de una actriz que se había suicidado por envenenamiento aunque se comenta popularmente sobre el cuadro una historia, no se sabe si verdadera o falsa, de que la mujer a la que se le realiza la autopsia era una prostituta y que el cirujano parece asombrarse de que la mujer tuviese corazón.

En cualquier caso, personalmente, el cuadro me parece maravilloso, una auténtica delicia. A primera vista el cuadro sorprende por sus amplias dimensiones (176x292 cm) pero poco a poco el sentido sobrecogedor de la muerte, la emotiva estampa del médico, su reflexiva mirada, la joven yacente de anaranjado cabello ensortijado atrapan intensamente la mirada del observador. El cuadro capta tan absorventemente la atención que uno llega a figurarse que está situado dentro de la misma estancia que los protagonistas, en la misma escena, en riguroso silencio, esperando alguna palabra del forense.


Luego uno va deteniendo la mirada en los detalles, en la apreciación de la delicada luz de derecha a izquierda, en el reflejo en el agua de la vasija sobre la mesa, la crudeza mortal de los escalpelos, y, sobre todo, el extraordinario acierto a la hora de pintar los contraluces de los botes de formol junto a la ventana.

El cuadro si uno se fija con atención contiene un buen número de contrastes mucho más allá de las evidentes luces y sombras. El riguroso y sobrio atuendo del anciano frente al virginal y descuidado blanco envolviendo a la joven, el cabello rojizo intenso de la joven frente el gris apagado del anciano, la diagonal extendida del brazo de ella sobre las curvas de la sábana, las manos nervosas y vivas del cirujano frente a la relajada flacidez en la mano de la mujer, la verticalidad de él, la horizontalidad de ella, la juventud y la vejez, la vida y la muerte, y en medio de todo, en la parte más oscura y con menos vida del cuadro, en la mano del anciano, el corazón recién extraído de la bella joven, presidiendo el cuadro.

Un cuadro que es una auténtica obra de arte.

Pd: Hacer clic sobre la foto, y luego ver y aumentar debería ser obligatorio en esta entrada.

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