Llegó enero. Tiempo de rebajas y de regímenes y del inicio de los buenos propósitos, así como también es el momento elegido por la mayoría de nosotros para abandonar viejos y molestos vicios. Pocos de nosotros no pretendemos iniciar un nuevo ciclo, uno mejor, ya sea perder peso, mejorar nuestro inglés, dejar de fumar, o ponernos en forma. Quizás todos o varios al mismo tiempo. Creo que no conozco a nadie que no esté inmerso en algún cambio, por pequeño que sea, en su habitual estilo de vida. Pero, con seguridad, pocos de nosotros tendremos éxito, y el año que viene nos encontraremos en las mismas circunstancias, algunos puede que antes, en septiembre, época de reválida y de segundas oportunidades. Y resultará que el año próximo estaremos otra vez igual, como lo estamos éste con respecto al año anterior, pero nos autoconvenceremos de que en esta ocasión sí lo conseguiremos, porque somos así, crédulos, confiados, positivos y optimistas, y pensaremos que seremos la excepción y que estaremos en el pequeño número que tiene éxito, pero será que no, y no nos importará, al menos no demasiado, porque al año siguiente lo volveremos a intentar y volveremos a caer como la piedra de Sísifo. Una y otra vez, pero no importa, somos así porque si no, sería un milagro ser feliz.
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