Hace tiempo que no cuelgo un post musical, así que hoy me apetece contarles una de mis batallitas: corría el año 97, yo tenía apenas 24 años recién cumplidos y junto con un amigo nos escapamos a Granada para ver un concierto de los Rage Against The Machine. Uno de los grupos de rock del momento. Los teloneros fueron Hamlet. Aquel concierto aún lo recuerdo como el más brutal al que jamás he ido.
El conductor de autobús tuvo que parar 4 ó 5 veces desde Málaga a Granada porque se sentía mareado de tantos porros que se estaba fumando dentro del autobús. Añadir que también corrían rondas de chupitos de Jack Daniels entre los asientos. Menudo desmadre de autobús. Fue verdaderamente una situación ahora irrepetible.
El concierto fue bestial. Aguantamos las primeras 5 ó 6 canciones en la parte cercana al escenario, entre empujones, patadas y avalanchas. La gente se subía al escenario para luego tirarse a lo Tarzán sobre el público. Había chicas, tetas al aire, en hombros, peña metiéndose rayas en los asientos de grada del Palacio de los Deportes, alcohol y porros de boca en boca. Nosotros nos fuimos a una de las barras a tomarnos unas cuantas cervezas para recuperarnos un poco.
Durante el concierto Zack de la Rocha -el cantante-, se lanzó sobre el público y un negro con dimensiones de armario empotrado bajó para devolverlo al escenario repartiendo hostias a tutiplén. Afortunadamente, ya estábamos sentados en la grada. Un espectáculo.
Cuando terminó el concierto tuvimos que esperar más de dos horas para volver, porque más de uno volvió escayolado, cojo, o con un vendaje en la cabeza. El parte de heridos no fue corto. Lo aseguro. Volvimos la mitad.
El conductor de autobús tuvo que parar 4 ó 5 veces desde Málaga a Granada porque se sentía mareado de tantos porros que se estaba fumando dentro del autobús. Añadir que también corrían rondas de chupitos de Jack Daniels entre los asientos. Menudo desmadre de autobús. Fue verdaderamente una situación ahora irrepetible.
El concierto fue bestial. Aguantamos las primeras 5 ó 6 canciones en la parte cercana al escenario, entre empujones, patadas y avalanchas. La gente se subía al escenario para luego tirarse a lo Tarzán sobre el público. Había chicas, tetas al aire, en hombros, peña metiéndose rayas en los asientos de grada del Palacio de los Deportes, alcohol y porros de boca en boca. Nosotros nos fuimos a una de las barras a tomarnos unas cuantas cervezas para recuperarnos un poco.
Durante el concierto Zack de la Rocha -el cantante-, se lanzó sobre el público y un negro con dimensiones de armario empotrado bajó para devolverlo al escenario repartiendo hostias a tutiplén. Afortunadamente, ya estábamos sentados en la grada. Un espectáculo.
Cuando terminó el concierto tuvimos que esperar más de dos horas para volver, porque más de uno volvió escayolado, cojo, o con un vendaje en la cabeza. El parte de heridos no fue corto. Lo aseguro. Volvimos la mitad.
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