Con apenas un año, el pequeñín de la familia está aprendiendo a andar, y pasa todo el día cayéndose y levantándose. Mirándolo te das cuenta de lo duro que es aprender a caminar, y cómo dar un pequeño paso le supone un enorme esfuerzo, además de varios chichones adornándole la frente.
Te das cuenta, además, de que la vida es un poco así: te caes, te levantas y aprendes algo. Te vuelves a caer, te vuelves a levantar y vuelves a aprender algo, así hasta que cuando, con bastante dificultad, crees que ya estás dominándolo, entonces, te das cuenta que después de caminar viene aprender a correr, y después a saltar... y una vez que sabes mejor o peor todo esto, lo siguiente que toca aprender es a hablar para después aprender a leer y a escribir... y la vida no deja de ser aprender cosas nuevas, pero sobre todo, aprendes a levantarte.
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