En nuestro único día completo en Amsterdam teníamos previsto realizar muchas visitas, y la primera era visitar la Oude Kerk (Iglesia vieja), en el mismo corazón del distrito rojo, justo antes de ir al Rijksmuseum, pero estaba cerrada aún, así que nos montamos en el tranvía y nos fuimos directamente al Rijksmuseum, donde disfrutamos de la contemplación de grandes obras de arte de Rembrandt, Johannes Vermeer y Frans Hals entre otras.
Una vez terminada la visita en el museo atravesamos el elitista y rico barrio donde están la mayoría de las galerías de arte y tiendas de anticuario en dirección al museo judío, cruzamos por
Rembrandtplein para ver el conjunto de estatuas que forman
La ronda de noche de
Rembrandt, pero desafortunadamente estaba en obras.
La visita al museo judío fue algo decepcionante, no nos gustó, la verdad, pero en su descargo añadir que el edificio, totalmente reconstruido, fue completamente arrasado por los nazis.
Desde el museo judío nos dirigimos a
Waterlooplein, donde hay diariamente un rastro en el que se venden todo tipo de curiosidades y rarezas. Echamos un vistazo rápido y continuamos caminando hacia
Spui, pasando por
Zuiderkerk y atravesando
Rokin. Nuestra siguiente parada prevista era el
Begijnhof.
El
Begijnhof es realmente un entorno bonito, yo diría que es como una isla en la ciudad, un remanso de paz y tranquilidad, donde se respira un aire sosegado y agradable. Una visita muy gratificante en un espacio muy adornado y cuidado.
En la misma puerta de salida del
Begijnhof, en un adornado puesto ambulante, probamos los famosos arenques crudos, eso sí, dentro de un pan con cebolla y pepinillo. No estuvo mal y nos sirvió de aperitivo para abrir el apetito, de manera que bajamos hacia los alrededores de la
Plaza Dam en busca de un restaurante donde saciar nuestra sed y además descansar nuestro pies machacados. Finalmente nos decidimos por un restaurante chino.
Después del almuerzo oriental volvimos a la
Oude Kerk, que esta vez sí estaba abierta y pudimos visitarla. No es una iglesia que tenga un interior especialmente adornado pero hay un gran órgano barroco y bonitas vidrieras, además de un techo de madera que le da un aire especial. Y al conocer que fue construida sobre un cementerio, a principios del siglo XIV, y que la totalidad del suelo son tumbas, bajo las cuales se calcula que hay unas 10.000 personas te hace observarla de una manera digamos que "diferente".
Volvimos, de nuevo a la
Dam Square donde en la esquina de la plaza está situada la
Nieuwe Kerk (iglesia nueva).
Hicimos la visita y dimos por finalizado el día en cuanto a visitas culturales y fuimos al centro comercial
Magna Plaza, justo detrás del Palacio Real. En mi memoria el
Magna Plaza era un centro comercial inmenso y ahora, años más tarde, me pareció incluso pequeño, y es que en mi anterior visita, con apenas 16 años, todo me parecía más grande y extraordinario. De todas formas le eché el ojo a un polo que vi a buen precio.
Después de un paseo por las calles comerciales, mirando escaparates, comparando precios, volvimos al hotel para darnos una ducha y cambiarnos antes de salir a cenar.
Decidimos comprarnos un cucurucho de patatas fritas belgas, en un local que siempre vimos abarrotado, incluso con colas, para comprar las "patatas belgas" servidas con mayonesa. Realmente buenas, sí señor. Después de la cena fuimos a visitar el
Sex Museum, muy cerca del hotel, en el
Damrak. Fue una visita curiosa y divertida.
A la salida, antes de volver al hotel, nos tomamos un helado paseando en nuestra última noche por las ya inolvidables para nosotros calles del
Damrak.