El martes fue nuestro último día en Amsterdam y apenas nos quedaba tiempo para nada. Desayunamos los típicos bocadillos con ensalada y crema de cangrejo, o salmón, un café latte y dimos nuestro último paseo por las tiendas comerciales en las calles paralelas al Damrak, realizamos nuestra última visita a la Dam Square y me compré el polo al que le había echado el ojo la tarde anterior en el Magna Plaza.
Volvimos al hotel y nos preparamos para el vuelo de vuelta, y una vez resuelto el check out del hotel fuimos a la estación central cargados con más equipaje que con el que llegamos a Amsterdam y es que, en el día anterior, tuvimos que comprar una bolsa de deporte para meter todas las compras que hicimos en nuestro viaje, entre otras cosas 10 cajas de wafels con las que tuvimos un divertido incidente en la aduana.
Almorzamos en el aeropuerto, como viene siendo costumbre en nuestros últimos viajes y despegamos en dirección a Málaga con la satisfacción de haber pasado unos días extraordinarios, irrepetibles e inolvidables pero en los que echamos mucho, muchísimo de menos a nuestros dos pequeñajos. Esas dos personitas que ocupan casi la totalidad de nuestro pensamientos.
Aterrizamos en un vuelo estupendo, cumpliendo los deseos que la azafata nos comunicó a todos los pasajeros al principio del viaje: esperamos que tengan un feliz vueling, como así fue.
Cuando llegamos al aeropuerto nuestra pequeña Sofía estaba esperándonos y corrió a abrazarnos y a darnos besos y en ese momento pensé que sólo por ese instante vale la pena irse de viaje.
1 comentario:
Muy interesante toda la crónica del viaje. Gracias por compartir con todos las vivencias, las visitas, las opiniones... Está claro que si alguien quiere ir a Amsterdam, le has dado suficientes ideas de cosas que ver y hacer.
Me alegro que lo hayáis pasado muy bien.
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