Llegado el final del año, antes de recomenzar la cuenta de nuevo, es tiempo de hacer balance. Todos -o casi todos- echamos la vista atrás de los últimos doce meses y nos proponemos cambios para mejorar nuestras vidas: hacer más deporte, comer más sano, enfadarnos menos, tal vez leer más. Cada uno tiene sus propósitos personales y activa sus retos de cambio.
En este ánimo de mejora caben millones de intenciones. Cada cual tendrá su propio plan, o interés personal en alcanzar tal o cual meta. Lo objetivos son tan infinitos como los pensamientos de una persona. Normalmente este deseo se diluye en el empeño de los primeros días, en el mejor de casos se sostiene unos cuantos meses y posiblemente pasado un año volvamos a encontrarnos con el mismo objetivo de mejora. Somos así, un poco sísifos en la vida.
Como cada hijo de barrio yo no soy distinto a los demás. Mis propósitos también han sido mundanales e incluso frívolos. Que si perder peso, ponerme algo más en forma, aprovechar mi tiempo libre y cosas así. Estas ilusiones se van agotando con los años y la vida te va quitando el antifaz con el que la mayoría de las veces miramos hacia nuestro futuro.
Cada año vamos perdiendo a familiares, amigos y conocidos que por una causa u otra dejan de estar entre nosotros. Es así. La causa normalmente es injusta, una enfermedad larga, o repentina, un accidente. Hay mil razones y todas al final llegan a la misma triste y definitiva conclusión: la muerte. No se puede pasar por la vida un cierto tiempo sin que la fría mano de la Parca pase cerca de ti. Tarde o temprano alguien cercano a ti, es alcanzado por ella, y quieras o no, algún día te señalará el reloj recordándote que ya es hora.
¿Qué podemos hacer entonces? La respuesta es simple: nada. Todo tiene solución excepto la muerte se suele decir. Por eso llegado el momento de pedir un deseo, pidamos lo que pidamos para alcanzar la meta por imposible que parezca, lo fundamental y estrictamente necesario es estar vivos.
Así que como en la base de todo lo que deseamos está mantenernos vivos. Mi propósito de año nuevo últimamente es seguir con vida, y a ser posible ser feliz. Yo y todos los que amo a mi alrededor. Es un propósito simple, pueden incluso afirmar que tonto, pero me río yo de aquel que sea capaz de cumplir sus aspiraciones de año nuevo sin este primer logro conseguido. Yo desde luego no lo quiero para mí.
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