martes, 29 de octubre de 2019

Mark Lanegan en el Gran Teatro de Elche

Desde hace años que tenía como espinita no ver a Mark Lanegan en directo, aunque esto no es del todo cierto, porque hace unos años lo vi como telonero de los Guns N' Roses, en el Vicente Calderón de Madrid, pero el sonido no fue nada bueno y desde entonces guardo un incómodo recuerdo del concierto de Lanegan.

Cuando Mark Lanegan presentó su gira española, el concierto que mejor me venía era el de Elche, especialmente porque era un viernes. Lo hubiera preferido un sábado, para no tener que ir tan ajustado, pero era casi la única posibilidad real de ir a verlo. Además también tenía pendiente varias ciudades de los alrededores por visitar. Para más inri tengo varios amigos que se animaban a ir a al concierto de Elche, y decidí que era una oportunidad de matar unos cuantos pajarracos de un solo tiro. El mismo día que se pusieron a la venta las entradas, mis amigos se encargaron.

El día antes había estado en el concierto de Supersuckers y Airbourne. La vida se presenta así, a veces pasan semanas sin actividades y de repente te coloca dos de las más atractivas una seguida de la otra. La idea era salir de trabajar el viernes, ir a casa, meter las maletas en el coche, recoger a los niños y a Pepi lo más rápidamente posible y sin perder un minuto tirar para Elche. Paramos en la venta Talillas a la hora del almuerzo para comer un suculento arroz caldoso y seguimos sin demora. El trayecto desde Fuengirola hasta nuestro hotel en Elche eran unas cuatro horas y media, si no había ningún contratiempo. Apenas tuvimos tráfico, tan sólo una vez en los accesos a la ciudad. Finalmente llegamos al hotel, soltamos las maletas, aparcamos el coche, y a pocos pasos del hotel estaba el Teatro. Aún nos dio tiempo de presentarles a mi mujer y niños y tomar unas cervezas con los amigos antes del concierto. El telonero era Simon Bonney y no me lo quería perder. Mi mujer y los niños se quedaron por el centro y yo encaminé mis pasos al concierto.

El Gran Teatro de Elche es coqueto y hermoso. Mi asiento era en una butaca en platea con magnífica ubicación, probablemente la mejor posible: fila 1, butaca 1. Parecía que Mark Lanegan estaba tocando sólo para mí. El concierto fue maravilloso. Me lo voy a llevar pegado a la memoria por siempre. Hay un momento preciso que recuerdo perfectamente. Cuando tocó Bleeding Muddy Water el Teatro flotaba, el tiempo avanzaba, porque la canción arrastraba sus notas, pero mi vida se había detenido. Desde el mismo instante en que acabó un profundo aliento me regresó a la vida, había estado inmerso en un limbo de intensidad musical, flotando en una especie de lugar sagrado, casi místico, donde la música inunda tu ser y te atrapa completamente. Te hace suyo. En cuanto el envolvente ritmo de la canción cesó se introdujo en el fichero de mi memoria donde pone momentos estelares de mi vida. Brutal.

Al acabar el concierto pude saludar a Mark Lanegan y darle las gracias, y pedirle que me firmara el setlist. Me dijo que me llevaba sus secretos. Después junto con mis amigos pudimos tomarnos aún algunas cervezas que hicieran más llevadera la vuelta a la vida terrenal.

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