jueves, 25 de abril de 2013

Dama de Porto Pim - Antonio Tabucchi

No hay día del libro en el que no me eche a los ojos unos buenos párrafos. Nada profundo ni dramático. Palabras bellas poéticamente bien dispuestas son suficiente. Sólo unas pocas páginas para disfrutar. El día del libro suele ser, en mi vida, un día bastante cargado de acontecimientos, pues es el cumpleaños de mi hija -¡qué suerte nacer el día del libro!- pero precisamente por eso siempre intento encontrar ese rincón en el día para sentarme y regalarle un homenaje a algo que tanto me ha dado: la lectura.

Para echar unos breves y sabrosos textos, hay pocos autores que se comparen con Tabucchi. Pues Tabucchi tiene ese regusto en su escritura tan intenso y febril, como descansado y sereno. La escritura de Tabucchi mantiene ese algo especialmente evocador que hincha el ánimo a cualquiera. Tabucchi, además, tiene el buen gusto de viajar en sus novelas y servirme de guía por paisajes inundados de miradas profundamente atlánticas. ¿Quién no ha soñado nunca enamorarse de una mujer de mirada oceánica? De unos ojos donde encallar.

Los libros de Tabucchi son libros sin principio ni final,  con pocas páginas pero con mucho contenido. Libros donde las historias, en un vaivén mudo de ensoñaciones, terminan guiándote a la deriva. Costeando entre las profundidades de un mar aciago.

Dama de Porto Pim es una especie de milagro de precisión y delicadeza, dotado de historias bellas y dolorosas, turquesas y nocturnas. En definitiva, de buena lectura.

Vila-Matas escribió que Dama de Porto Pim es "una especie de  Moby Dick en miniatura", y no puedo estar más de acuerdo.

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