Uno va perezosamente buceando, disfrutando de las bellezas que este maravilloso planeta alberga en sus profundidades, sintiéndose alguien feliz, entre corales y peces de colores, sintiéndose libre, completamente libre, y de repente no puede creer lo que ve, la vida en forma de pez le sorprende con un fuck!!!
Cuando de repente, casi sin esperarlo, me encuentro ante mí con un par de días vacíos, limpios de actividades, lo primero que se me viene a la cabeza es algo así:
Hay veces que lo que se publica en este blog es una entrada meditada, buscada, incluso trabajada con rigor, o al menos, así se intenta, pero la más de las veces este blog es reflejo espontáneo de mis pensamientos y opiniones. Hoy esta entrada es un claro ejemplo de esto último que les digo. Vi este vídeo hace unos minutos en YouTube y no pienso en otra cosa que que sería un pecado no compartir este vídeo en el blog.
Esta actuación de Sinéad O'Connor es una maravilla por muchas razones: porque es una gran canción, una gran voz, una estupenda interpretación, emocional, auténtica, natural, inundada de talento. ¡Una actuación perfecta! Intensamente viva y sincera. Un gustazo para los sentidos.
Este vídeo es, en mi opinión, la mejor actuación en televisión en directo que he visto este último año. ¡Pónganse en pie y quítense los sombreros!
"Take Off Your Shoes"
I bleed the blood of Jesus over you
I bleed the blood of Jesus over you
And over every thing you do
Seven times I bleed the blood of Jesus over you
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Even you can't lie when I'm around
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Behold, at the last lamplight
At the very end of your street
I'm whispering something
"Come closer to me, come closer to me."
I say you're running out of battery
You're running out of battery
And I don't see no bunny
Around here
If you believed at all in your breviary
If you believed just even in the ghost of me
You wouldn't now be so surprised to see me
In vanity you took the name of me
You brought me into infamy
And now you're so surprised to see me
And now you're so surprised to see me
Behold, at the last lamplight
At the very end of your street
I'm whispering something
"Come closer to me, come closer to me."
I say you're running out of battery
You're running out of battery
And I don't see no bunny
Around here
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Even you can't lie when I'm around
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Even you can't lie when I'm around
Take off your shoes--you're on hallowed ground
Cuando visité Lisboa, hace ya unos años, además de Lisboa mi señora y yo aprovechamos para conocer distintas localidades de los alrededores. Una de aquellas visitas fue visitar Cabo da Roca, de camino entre Sintra y Cascais. Cerca del cabo había una especie de chiringuito, donde exhibían orgullosamente una cartel que indicaba que era el bar más occidental de la Europa continental. De manera que elegimos la mesa más cercana a la costa, donde tendríamos buenas vistas aseguradas. Mientras ojeábamos la carta del menú se acercó la camarera para tomar nota y le pedí que me sirviese una cerveza portuguesa bien grande y bien fría. Me dijo que tenían un jarra de Super Bock de un litro.Tardé cero coma en decir "ok". Y durante un buen rato fui el cervecero en acción más occidental de la Europa continental.
Durante mi estancia en Portugal probé la Super Bock repetidas veces y puedo decir que es una cerveza muy refrescante, característica a mi criterio muy necesaria en agosto, y que, además, tenía buena espuma, aunque no muy duradera, la verdad. La tasa de alcohol es del 5,6 % y el sabor permite beberla bien. No me importaría matar la sed más a menudo con ella. ¡Salud!
No hay día del libro en el que no me eche a los ojos unos buenos párrafos. Nada profundo ni dramático. Palabras bellas poéticamente bien dispuestas son suficiente. Sólo unas pocas páginas para disfrutar. El día del libro suele ser, en mi vida, un día bastante cargado de acontecimientos, pues es el cumpleaños de mi hija -¡qué suerte nacer el día del libro!- pero precisamente por eso siempre intento encontrar ese rincón en el día para sentarme y regalarle un homenaje a algo que tanto me ha dado: la lectura.
Para echar unos breves y sabrosos textos, hay pocos autores que se comparen con Tabucchi. Pues Tabucchi tiene ese regusto en su escritura tan intenso y febril, como descansado y sereno. La escritura de Tabucchi mantiene ese algo especialmente evocador que hincha el ánimo a cualquiera. Tabucchi, además, tiene el buen gusto de viajar en sus novelas y servirme de guía por paisajes inundados de miradas profundamente atlánticas. ¿Quién no ha soñado nunca enamorarse de una mujer de mirada oceánica? De unos ojos donde encallar.
Los libros de Tabucchi son libros sin principio ni final, con pocas páginas pero con mucho contenido. Libros donde las historias, en un vaivén mudo de ensoñaciones, terminan guiándote a la deriva. Costeando entre las profundidades de un mar aciago.
Dama de Porto Pim es una especie de milagro de precisión y delicadeza, dotado de historias bellas y dolorosas, turquesas y nocturnas. En definitiva, de buena lectura.
Vila-Matas escribió que Dama de Porto Pim es "una especie de Moby Dick en miniatura", y no puedo estar más de acuerdo.
Hace tiempo que me descubrieron este poema y, por razones que ahora no recuerdo, preferí esperar un tiempo para publicarlo. Ahora es un buen momento.
Educar
Educar es lo mismo que poner motor a una barca… hay que medir, pesar, equilibrar… … y poner todo en marcha.
Para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino… un poco de pirata… un poco de poeta… y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
A tres minutos andando de mi casa, casi a la vuelta de la esquina, hay una heladería que, en mi opinión, tiene los mejores helados en treinta kilómetros a la redonda.
Qué suerte, pensarán algunos. Y es cierto, es una verdadera fortuna tener los helados que más me gustan a tres pasos del sofá, pero, al mismo tiempo, la tentación es tan grande y suculenta, que me cuesta un enorme esfuerzo no acercarme a pesar de estar todo el día recordándome que ya han abierto, que ya han inaugurado la temporada. Allí están sobre el mostrador las tarrinas de diversos tamaños, las he visto, también las cucharillas de plástico de colores llamativos esperando dueño y un poco más abajo, las heladas delicias de suculentos sabores. ¡Qué tentación! ¡No sé cuánto tiempo seré capaz de soportar antes de sucumbir! Cada vez que paso por la puerta de la heladería noto como va enflaqueciendo mi voluntad y, en cambio, fortaleciéndose la provocación.
Estoy a punto de ceder, de rendirme. Lo presiento.
Escuché esta expresión por primera vez hace unos días y, de alguna manera, se me ha quedado en el hall de entrada de mi conciencia.
La frase es tan rotunda y contundente que necesita pocas explicaciones, porque todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos pensado o dicho, quizás sin saberlo, con otras palabras, que necesitamos unos días de descanso, algo de ordenada placidez para echarnos a vivir.
El sentido viene a ser así como dedicarse a disfrutar de la vida. Por eso esta persona dijo que pedía todos los días porque le tocara un premio de lotería para echarse a vivir. ¡Me encanta!
Sefarad es la última novela de Muñoz Molina que he tenido el placer de leer. Porque leer a Muñoz Molina, digámoslo claro, es siempre un placer. A estas alturas no voy a descubrírselo a nadie, pero si hubiera alguien que aún, por casualidad, no lo conoce, pues desde este humilde y perezoso blog, le animo a que abra alguno de sus libros, cualquiera de sus últimas novelas es válida. Lo único que tienen que hacer es ponerse a leer. La novela hace el resto.
Decía Montaigne que hay obras que enseñan a vivir y a morir. Y estoy completamente de acuerdo con él, pero añadiría, si se me permite la osadía, que hay novelas que enseñan a estar vivo, en el más amplio sentido de la palabra. No sé si me explico. Sefarad es una de éstas.
Sefarad es una novela que dobla las esquinas de la autobiografía, pasea por las aceras testimoniales de la reflexión histórica, cruza las calles desamparadas del exilio, de la huida, de la patria abandonada y llama a las puertas de las grandes novelas. De las grandes novelas de madurez, de las páginas que son vidas, de las vidas que son novelas, de las novelas que enseñan a sentirse vivo.
Creo haber leído que Muñoz Molina decía que Sefarad era una novela de novelas. Poco más puedo decir.
Nadie conseguirá nunca, por mucho que lo intente, borrar en mí el orgullo que siento hoy de ser malaguista. Gracias a todos por hacerme sentir orgulloso de mi tierra, de mi equipo... de mi escudo. ¡¡Siempre Málaga!!
Mi equipo me ha demostrado que los sueños se pueden convertir en realidad.
Uno le da tantas vueltas en la cabeza a un partido como éste antes de empezar que a la hora de la verdad, cuando el árbitro pita el inicio del partido, parece que ya lo ha vivido con anterioridad. Está claro que no recuerda el resultado -al menos yo no-, no sabe qué es lo que va a suceder, pero, paralelamente, mantiene una sensación extraña de que, en parte, lo que está viendo no es algo que esté ocurriendo, si no que es algo que ya ha ocurrido. No se sabe cuándo pero es algo que con anterioridad ya se vivió. Sea lo que fuere que va a suceder esta noche, o ya haya sucedido, pero que, indefectiblemente, uno va a sentarse a vivir como si fuese la primera vez. Preparen unas salchichas, agarren una cerveza bien fría y dedíquense a disfrutar que esta noche cenamos menú alemán.
Hay pocas cosas tan feas en nuestras ciudades como los aparcamientos. Creo que todos estamos de acuerdo en esta afirmación. Bueno, puede que todos no, pero casi, que siembre hay alguien que por llevar la contraria afirma hasta lo que no piensa. En cualquier caso, en mi opinión, la gran mayoría de los aparcamientos son grises, oscuros, húmedos y tristes. Pocos se escapan de esas premisas. Éste es uno de ellos:
Si tienen un mínimo de interés por lo que ocurre en el mundo y siguen de vez en cuando los programas de información, entonces, puedo estar completamente seguro de que, a estas alturas, ya saben que hoy, 3 de abril de 2013, se paraliza el mundo, al menos para esta parte del mundo que ama este deporte, entonces ya saben de qué les estoy hablando. Cuartos de Final de la Champions League, Málaga CF - Borussia Dortmund. Ni más ni menos.
Hoy estoy de pocas palabras, pendiente del reloj, nervioso, impaciente. Hoy tampoco estoy para nadie.
No hay día del libro en el que no me eche a los ojos unos buenos párrafos. Nada profundo ni dramático. Palabras bellas poéticamente bien dispuestas son suficiente. Sólo unas pocas páginas para disfrutar. El día del libro suele ser, en mi vida, un día bastante cargado de acontecimientos, pues es el cumpleaños de mi hija -¡qué suerte nacer el día del libro!- pero precisamente por eso siempre intento encontrar ese rincón en el día para sentarme y regalarle un homenaje a algo que tanto me ha dado: la lectura.
A tres minutos andando de mi casa, casi a la vuelta de la esquina, hay una heladería que, en mi opinión, tiene los mejores helados en treinta kilómetros a la redonda.
Escuché esta expresión por primera vez hace unos días y, de alguna manera, se me ha quedado en el hall de entrada de mi conciencia.
