Subo la persiana de lo que Pepi y yo llamamos el cuarto del ordenador, que por cierto es la habitación menos ordenada de todas -que ya es decir-. La llamamos así porque no nos atrevemos a llamarla despacho, ni oficina ni nada por el estilo, ya que en un futuro ya no tan lejano pasará a ser la habitación de Miguel. Esa seguridad de como se llamará en el futuro nos provoca esa dejadez a la hora de nombrarlo ahora.
Subo la persiana -decía-, abro la ventana, me asomo y compruebo que está lloviendo una lluvia muy fina y ligeramente inclinada, lo suficiente para emborronar la vista desde ella, el olor es llamativamente intenso a tierra mojada. Respiro hondo profundamente. Pulso el botón de encendido del ordenador y me giro hacia la estantería donde tengo colocados mis discos, mis cds, a mi espalda la pantalla se ilumina dando un fondo de luz azulada a la habitación. Recorro con la mirada los discos, intentando seleccionar uno para comenzar el día, mi ojos se detienen en algunos más que en otros. Al final me decido por el álbum Dust de la banda británica The The, un disco que habré escuchado cientos de veces a lo largo de mi vida. Introduzco el disco en el reproductor y pulso el botón de play. Su segundo tema es uno de mis favoritos: Love is stronger than death.
Pd: Ayer no conseguí colocar el vídeo, hoy sí.
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