Me gustaría al sentarme a escribir la entrada de este blog tener siempre un tema ocurrente, algo divertido que contarles, algo que les despejara del quehacer diario, de la fatiga de la jornada, algo que les distrajera. Hay veces que les escribo sobre mis gustos musicales o sobre un cuadro que me gusta, sobre mi equipo de fútbol, o sobre una pintada grafitera, o sobre cualquier cosa que se me ocurra en ese momento. Lo que sea. Hay veces que me siento delante del teclado sabiendo de qué voy a escribir, otras, en cambio, directamente improviso. A lo que salga.
Cuando comencé este blog no tenía muy claro para qué lo quería, es más, no tenía del todo claro qué era esto de un blog. Con el tiempo, a veces más y otras menos, he ido disfrutando llevándolo hacia delante. Mi cabezonería, mis ganas de hablar, de escribir, todo se ha ido mezclando y este blog, casi sin querer, ha ido creciendo, para bien o para mal.
Cuando comencé este blog no tenía muy claro para qué lo quería, es más, no tenía del todo claro qué era esto de un blog. Con el tiempo, a veces más y otras menos, he ido disfrutando llevándolo hacia delante. Mi cabezonería, mis ganas de hablar, de escribir, todo se ha ido mezclando y este blog, casi sin querer, ha ido creciendo, para bien o para mal.
Soy consciente de que las entradas no siempre me salen bien, no son siempre ni entretenidas ni divertidas, entre otras cosas porque tampoco es ese el propósito. Hay veces que para el que lee las entradas pueden resultar aburridas, o simplonas. Hay muchas entradas que para muchos no tienen sentido, como son las entradas del pádel, de fútbol o vete a saber.
Pero este blog no es sólo lo que ustedes leen, no, este blog tiene muchas entradas ocultas. Entradas que ustedes desconocen, entradas que nunca vieron y que probablemente nunca verán. Entradas que escribí, que leí y luego borré. Entradas que dejo en la bandeja de borradores y después nunca publico. Las dejo entre los borradores creyendo que quizás en alguna ocasión las pueda publicar, aunque la realidad es que la mayoría de mis "entradas ocultas" acaban en la papelera del ordenador. Entradas que abandoné, que no concluí. Entradas que no eran para ustedes, pues eran entradas que escribí para mí.
Y es que escribir este blog, aunque les parezca mentira, más que ocuparme tiempo, parece que me lo regala. Escribir este blog me desahoga, me alivia y me descansa, por eso muchas de las entradas que ustedes nunca verán, no las verán porque no son para ustedes, sino que eran para mí. Las escribo sin ninguna intención aparente, sin ningún fin, escribo por escribir, lo que se me ocurre, lo que me apetece. La de ayer fue una de ellas. Una entrada que escribí para mí, pero que, si saber muy bien por qué, compartí con ustedes. Disculpen, pero ayer me dio por ahí.
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