De vez en cuando hay que disfrutar de los clásicos, y está claro que Guinness es uno de ellos, de hecho Guinness es una de las cervezas más conocidas del mundo y probablemente la cerveza negra más internacional. Un clásico entre los clásicos.
La que en este caso me pimplé fue una Guinness Special Export, una cervecita bien cargadita de alcohol 8 %, con un sabor bien fuerte y con su reconocible espuma tostada, abundante y cremosa. Tengo que reconocer que las cervezas negras no son santo de mi devoción y que suelo saltármelas cuando paso delante de ellas en las estanterías de las tiendas, pero extrañamente aquel caprichoso día me entró por el ojo y decidí, qué coño, volver a darle una oportunidad.
Dicen los que entienden que la Guinness es una cerveza para tomar en Irlanda, y que fuera de allí, al ser una cerveza muy densa y con mucho cuerpo, pierde propiedades en el transporte debido al movimiento de los barriles. Además es una de esas cervezas que hay que saber servir, y que, según parece, si no se tira bien pierde mucho sabor.
A mí me parece demasiado fuerte y densa, quizás demasiado amarga. Hay quien afirma que tiene un ligero sabor a café, pero yo pienso que es debido al color y a espuma y su similitud con la de un buen café expreso.
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