Un buen día de 1963 al prolífico Camilo José Cela se le ocurrió, supongo, escribir un libro sobre fútbol, quizá desde el principio había decidido que serían cuentos, y quizá, puede que también de antemano, lo imaginó como una alineación ideal de once cuentos.
Son once cuentos futboleros, como ya he dicho, donde juegan las principales figuras del circo del fútbol, desde los estereotipados presidentes, los árbitros mirados con anteojos, las novias de los futbolistas, los entrenadores, los futbolistas, por supuesto, pero también figuras comúnmente olvidadas como la grada, el campo o el balón.
El libro está dividido en una parábola, cuatro mamotretos, de manera de centrocampistas, y un colofón, que viene a ser algo así como el marcador final.
Entre mis favoritos del libro está el cuento del tuerto y manco extremo izquierda del Asilo F.C. que en las mañanas de los domingos, al volver a la residencia, es aclamado por sus compañeros las jornadas que obtienen buenos resultados.
Este libro me ha servido de válvula de escape para esta profunda orfandad veraniega del deporte rey, que como cada final de temporada se carga de rumores, traspasos, y millones de euros de un lado para otro. Así que no imagino mejor refugio que las páginas de un libro futbolero que me hagan revivir ese aroma a césped recién regado que tanto echo en falta desde las calurosas gradas de la temporada veraniega.
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