lunes, 28 de agosto de 2023

Descanso en Olvera

Cuando llega agosto suelo tener vacaciones, es una situación que llevo viviendo ya muchos años, prácticamente dos décadas. Así que mis vacaciones, igual que le ocurre a una inmensa mayoría de españoles, son calurosas, pero en mi caso no tanto, porque paso todo lo que puedo a la sombra o al menos cerca del Mediterráneo que tengo la fortuna de que me queda cerquita.

Todo en la vida tiene pros y contras, o al menos es como yo lo veo. Siempre hay un día después de la noche, un yin y un yang, el equilibrio contra la absolutez. No creo que haya nada tan beneficioso que no tenga un envés, nada tan netamente dañino y negativo que no pueda dar como resultado algo provechoso, aunque sólo sea el aprendizaje de no volverlo a hacer.

Pues con ese pensamiento en mente intento convencerme de que tener las vacaciones en el corazón del verano no es lo peor del mundo. Dejando a un lado el calor sofocante, las malditas aglomeraciones, la subida de precios, o el tráfico insoportable y no digamos el aparcamiento, aún todo lo anterior, tiene sus ventajas. La principal ventaja es que trabajar en agosto, cuando todo quisqui está desparramado en la ociosidad, es un horror. Así que por lo menos eso que te ahorras. Luego está que los días son largos y hay muchas maneras de sacarle provecho a las vacaciones. Todo está abierto y casi todo tiene unos horarios amplios. Y que algunas ciudades se quedan desoladas y a ciertas horas, por las carreteras no hay nadie, si se hacen los desplazamientos en según qué horas, puede ser fácil, especialmente si te alejas de la costa.

Nosotros hacemos esto. Cada verano buscamos una escapada, un sitio normalmente de interior donde descansar dentro del descanso. Buscar el refugio de la tranquilidad en medio de la inactividad del verano. Alejarnos del bullicio de las playas atiborradas, abandonar las terrazas con listas de espera para buscar un hotel rural, de montaña, inevitablemente con piscina donde poder descansar en mis vacaciones. Ese lugar últimamente lo estamos encontrando en Olvera, un pueblo de la provincia de Cádiz.

Pudimos hacer un hueco, apenas tres días y dos noches, y allí nos fuimos. Nuestros acompañantes habituales de escapadas veraniegas se apuntaron y así hicimos. Miguel, Sagri, Nicolás, Juani, Daniel, Jaime, Gabriel, Pepi, Sofía, Miguelito y yo. 

Allí tenemos el descanso asegurado, la siesta firmada, el buen yantar adjudicado y las risas y los buenos ratos son de obligado cumplimiento. La cerveza siempre llega bien fría y en el momento deseado y la compañía es inmejorable. Poco más se puede pedir.


sábado, 26 de agosto de 2023

Vive y deja morir (1973)

Vive y deja morir es uno de los títulos más populares de James Bond, el primero en el que el personaje del agente secreto está encarnado por Roger Moore, y pasa a ser la tercera entrega dirigida por Guy Hamilton.  Está basada en la novela de Ian Fleming de mismo título, y es famosa por la estupenda canción compuesta por Paul & Linda McCartney  para su banda Wings. Yo tuve la suerte de verla en directo pero por la rockera versión de los americanos Guns N' Roses.

Fue una película de tremendo éxito en taquilla, multiplicó con creces los 7 millones de dólares invertidos. Como suele ocurrir en las películas de James Bond, aparecen variadas y exóticas localizaciones, esta entrega no fue diferente y se filmó en localizaciones como el Harlem neoyorquino, Nueva Orleans o las Islas del Caribe, y fue la primera vez en la que aparece una chica Bond afroamericana. 

Como no podía ser de otra manera, es una película llena de acción, donde las chicas se pierden por acabar rodeadas entre los brazos del agente secreto, que en esta entrega está interpretada por una jovencísima Jane Seymour, que tuvo aquí casi su estreno en el cine.

Es una película en la que la magia negra, las supersticiones y el vudú están muy presentes. El mundo  de las drogas es el fondo, pero en la superficie hay lo que uno espera, persecuciones en coche, o en lanchas así como una pelea entre tiburones o escapar entre cocodrilos. Un entretenimiento continuo. Bond nunca defrauda.


miércoles, 23 de agosto de 2023

Sardinas en espeto

Todos los años por fechas veraniegas, cuando el sol pellizca más que pica, solemos al menos ir un día a pasarlo a la playa. Bueno, a la playa vamos más de un día, pero al menos uno procuramos ir a comer una paella en el chiringuito, y también unos espetos de sardinas. Amo las sardinas en espeto. Hay algo en esa manera de prepararlas, sobre esas barcas llenas de arena, con ese genuino ritual de pincharlas, de acercarlas a las brasas, de saber medir el tiempo exacto que necesitan para soltar esa grasa sin excederse para evitar que queden secas, que tiene algo entre experiencia y arte. La orientación al clavarlas en la arena, pincharlas por debajo de la espina para que se mantengan sin romperse sobre la caña, colocar las de mayor tamaño más cerca del fuego y las más pequeñas las más alejadas, intentando conseguir que el tamaño y la distancia equilibren el resultado del asado.

Hay que llevarlas al espeto muy frescas, a ser posibles frías, manteniéndolas con hielo, lo suficiente para que estén firmes y sea más fácil pincharlas. No muy grandes porque tardan mucho en asarse y porque terminan rompiendo por el peso, no muy menudas porque hay mucho peligro de que se asen más de la cuenta y quedan secas. No pueden quedar crudas pero tampoco chamuscadas. Hay que cuidar que el salado no sea excesivo, pero tampoco ha de ser insuficiente. Y lo más complicado de todo, el arte de mantener las brasas con leña de encina lo suficiente fuerte para llegar a todas las sardinas del espeto, pero teniendo cuidado a los días de viento. Saber que una vez pinchadas en el espeto es la espina la que mantendrá a la sardina ensartada. Éste es uno de los puntos clave del ensarte de la sardina en el espeto.

Un espetero me dijo una vez que lo importante era ver cómo sudaba la sardina, que hay que fijarse a la velocidad que suelta esa grasa y hay que encontrar el momento exacto en el que hay que darle la vuelta y después acertar con sacarlas con sumo cuidado para ponerlas en el plato, listas para servir. Otros dicen que a las sardinas hay que mirarlas a los ojos y que cuando pierden el brillo es que ha llegado el momento de darles la vuelta o sacarlas, depende del caso. 

Cuando ya está la sardina asada y servida en el plato, es muy importante comprender que las sardinas son impacientes, no pueden tardar mucho en servirse, es una pena que un trabajo tan laborioso y delicado, que requiere tanto conocimiento y acierto, se eche a perder porque la sardina se queda demasiado tiempo servida en un plato esperando a que el camarero llegue para llevarla a la mesa. 

Todo este trabajo, esta laboriosa faena, no tiene sentido o no tendrá el mismo resultado si la sardina no es buena o no es su momento. Hay sardinas y sardinas pero lo esencial es que hay que tener  especial cuidado con la época en la que se pescan la sardinas. En noviembre las sardinas no tienen el mismo sabor que en pleno verano. La clave dicen los expertos es la temperatura del mar, que provocará que haya más o menos plancton, lo que hará que las sardinas estén más o menos grasas y estén en la temporada propia para su pesca, porque según parece dicen a mayor grasa, mejor aroma y más suculento sabor. Las tradiciones se han basado la mayoría de las veces en la experiencia del conocimiento a lo largo de los años, el aprendizaje heredado, el boca a boca, y luego con el tiempo a veces la ciencia viene a explicar el porqué de las cosas. 

Ya ven que preparar las sardinas al espeto es tanto un ritual como un proceso. Aún quedan un par de indicaciones a tener en cuenta. Hay quien prefiere echarles limón y quien dice que el limón le quita sabor a las sardinas. Mi costumbre desde niño es que unas gotas de limón potencian el sabor final. Evidentemente si se bañan en limón estamos perdiendo el sabor de la sardina. Esto es un gusto personal.

Otro detalle sobre la hora de comer sardina es la forma de limpiarlas, mucha gente la come con cubiertos, limpiándolas o directamente quitándoles la piel. Esto para mí es un crimen. El malagueño a lo largo de los años ha comido las sardinas con las manos. No sé si esto es una tradición por ser algo típico de comer en la playa donde habitualmente no se dispone de cubiertos, no sé si es porque es algo heredado históricamente de cuando nuestros vecinos africanos eran los malagueños de los que somos descendientes, o bien que es una comida económica y del pueblo y antiguamente no se disponía de cubierto, pero el asunto es que una sardina en espeto hay que tomársela con las manos, por más que uno esté en un chiringuito pijo de la Costa del Sol y los vecinos sean una familia de refinados y estirados londinenses. Las sardinas en espeto se comen con las manos. Esto es así. Luego se lava uno las manos bien no las toallitas perfumadas o bien se da un buen baño en el Mediterráneo.

La bebida para acompañar los espetos de sardina siempre ha sido la cerveza fría, hay quien prefiere el tinto de verano con hielo y limón, o un vino blanco fresquito. Lo demás me parece, digamos, menos acertado. El agua fresca siempre es bienvenida. Es cuestión de gustos. Después de semejante manjar, ya se pueden tomar una buena paella. Y si al salir pasan junto a un espetero recuerden darle la enhorabuena si las sardinas fueron de su agrado, porque no es sencillo.


jueves, 17 de agosto de 2023

Wilco en el Starlite

De nuevo me encuentro otra noche en el Auditorio de la cantera de Nagüeles de Marbella. Buen verano de conciertos estoy viviendo aquí. En un plazo de tres semanas he visto a tres grandes de la música.  En primer lugar la siempre elegante Norah Jones, pocos días después el irreverente Iggy Pop y ahora, dos semanas después, Wilco. Creo que algún día deberían regalarme un bono del Starlite o algo así. Tener un detalle con sus fieles asistentes.

Wilco es una de esas bandas que llevo escuchando media vida pero que nunca había visto en directo. Tuve una oportunidad única por 2009 en el Teatro Cervantes de Málaga, pero me pilló con los niños pequeños y me fue imposible. No recuerdo exactamente la razón, pero sí recuerdo que me dio mucha rabia perdérmelo. Luego han venido mucho por España pero no lo suficientemente cerca como para acercarme en un salto de ir y venir. Esta vez parecía la apropiada, y así fue.

La banda de Chicago llegaron acompañados por Tré Burt, un cantante folk de origen afroamericano que llegaba desde Sacramento, en California, para telonearlos en sus conciertos por España. La verdad es que me gustó mucho. Muy Dylan de los sesenta. Venía a presentar un disco que aún estaba por publicarse, pero quiso estrenar alguna canción, aparte de los adelantos que tenía publicados. Fue un comienzo estupendo.

Unos minutos después de las 22:00 apareció Jeff Tweedy sobre el escenario al frente de su banda con una guitara acústica  y con ganas de fraguar una amistad con el público que lo recibía con un fuerte aplauso en una noche muy calurosa. Una buena manera de comenzar -pensaron- era Handshake Drugs. Una canción que trata de lo corriente que es cambiar sucios billetes gastados por algo de fresca marihuana en los barrios bajos de una gran ciudad. El sonido era brillante ya en la primera canción. Sólo dijo "Hola" antes de continuar con I am a Mother, una canción con reminiscencias country incluida en su último disco, Cruel Country, que es homónima a la siguiente canción.

Antes de iniciar la cadencia de acordes de I am trying to break your heart bromeó sobre varios asistentes de las primeras filas que venían equipados con la misma camisa llamativa. Esta canción, que abre  su celebérrimo Yankee Hotel Foxtrot, es maravillosa, ya vale la entrada por sí sola. La batería lleva un ritmo que parece ajeno a lo que se está tocando, el teclado asemeja un xilófono, y para el final las guitarras van saturando el sonido, ahogando la guitarra acústica, pero en conjunto, todo parece armonioso. Durante la letra Tweedy cambia la palabra final cuando dice What was I thinking when we said hello? por ¡hola! Reciben un fuerte aplauso.

Tweedy sigue con su guitarra acústica cuando comienzan If I ever was a child. Nels Cline va entremetiendo notas con su guitarra eléctrica que embellecen la melodía. La terminan dejándola en la última palabra, tal y como hacen en el disco. La simplicidad llevada hasta el último segundo. Casi sin pausa continúan con Company in my back. Seguidamente tocan Hummingbird, la tercera canción que tocan esta noche de A ghost is born. El público la recibe con entusiasmo y tocan las palmas siguiendo el ritmo. No experimentan con ella, saben que la gente quiere escucharla tal y como es. Un regalo de canción.

Ahora comienza Misunderstood, una canción con un inicio enérgico, rudo, hasta salvaje, pero la detienen en seco, queda la voz de Tweedy y su guitarra, el traje del capitán trueno ha caído. La canción hace la pregunta que todos estamos esperando. Do you still love rock and roll? Nels arranca la sierra eléctrica de su guitarra, mientras Glenn Kotche machaca la batería, pero de nuevo se detienen, regresa la voz de Tweedy ahora sin guitarra acústica. Solo ante el vértigo del micrófono. La canción arranca y frena, nos confunde, pero hace honor a su título, que no es otro que Misunderstood! Y termina en calma tras repetir mil veces nothin' hasta acabar con nothin' at all. Es un final elegante entre platillos, melodía acústica mientras el bajo de Pat Sansone juguetea con la melodía.

Wilco nos advierte en su siguiente canción de que el amor está en todas partes. Love is everywhere (Beware). Una canción simple y bella. Le sigue Bird without a tail / base of my skull y Tired of taking it out on you. Este último disco es una cuidada mezcla de guitarras acústicas y eléctricas con ritmos y sonidos de raíces country, una pizca de folk y mucho rock maduro. Nadie lo hace como ellos. Por eso son un grupo de culto entre los amantes del rock.

De repente, John Stirrat, agarra el bajo, Sansone, Cline y Tweedy las guitarras eléctricas y comienzan al unísono un frase a la guitarra que todos reconocemos. Los seis músicos comienzan con la misma melodía pero conforme la canción va avanzando, algunos instrumentos se van despegando, van al mismo sitio pero por distintos caminos. Se encuentran a ratos. Están jugando. El público está absolutamente entregado. Uno cree que esto no lo pueden superar pero comienza Impossible Germany. ¿es posible una canción perfecta? Nels Cline toca esta canción como si tuviera un par de alas. ¡Qué preciosidad! ¡Qué intensidad! No se puede más que estar agradecidos tras escuchar esta canción. Es una impecable aleación entre magia y milagro.

¿Tras esto qué se toca? Jesus, Etc. parece la única salida decente a este momento. La pedal steel guitar suena de maravilla. Poco a poco vamos des cendiendo, volviendo a tierra. Voices escape singing sad, sad songs. Ya pueden tocar lo que toquen que todo son regalos. Nos obsequian con The Late Greats y la enérgica Heavy Metal Drummer y A shot in the arm, primera canción que nos traen del Summerteeth. La canción es un himno, todo el mundo la canta. What you once were isn't what you want to be any more! Se despiden y abandonan el escenario. Tweedy da las gracias. Sabemos que van a volver pero la duda nos vuelve impacientes, miramos con temor hacia el escenario esperando ver un indicio de su regreso. Respiramos al verlos volver. Se sienten agradecidos dicen. "You're so nice".

Las primeras notas nos hacen saber que Ashes of American Flags está aquí, bajo este cielo estrellado. ¿He soñado este momento antes alguna vez? "Speaking of tomorrow, how will it ever come". La delicadeza hecha canción. Continúan con Falling apart (Right now), una de las más country del disco. Todos queremos pensar que han de acabar con un clásico, con una canción con más peso, no con un tema que apenas está creciendo. Juegan a despistar. Entran y salen notas alocadamente, pero empieza a generarse un ritmo, un fraseo recurrente, ¡Spiders (Kidsmoke)! Es un juguete enorme. A veces tierna, a veces contundente. Hay sitio para todos en la canción. Todos son protagonistas en esta canción. Es una magnífica elección para acabar. Terminamos coreando la melodía de la canción mientras ellos se van a acercar para despedirse. Es el éxtasis después de la fiesta, pero una vez más nos engañan y vuelven para acabar la canción con fuerza y en seco. Aplausos tronando en la noche estrellada. ¿Habrá una próxima vez? No quisiera perdérmelo.




jueves, 3 de agosto de 2023

Iggy Pop en el Starlite

La Iguana, el líder de The Stooges, el carismático cantante del punk de los años 70 venía al Starlite de Marbella. Yo no podía faltar. No quería faltar. Un miércoles de agosto, recién estrenada mis vacaciones de verano me presenté con mi amigo Iker a ver Iggy Pop sobre el escenario de La Cantera de Nagüeles. Venía presentando su último disco, Every Loser, pero venía sin la banda que le acompañó en la grabación del disco y en sus últimos conciertos. La banda en cuestión eran Andrew Watt (guitarrista y productor de The Rolling Stones por ejemplo), Duff McKagan (bajista de Guns N' Roses), Chad Smith (batería de Red Hot Chili Peppers). Además en el disco participan músicos de la talla de Stone Gossard (Pearl jam), Dave Navarro (Ex Jane's Addiction) o Josh Klinghoffer, o el tristemente fallecido Taylor Hawkins. Como ven Iggy Pop sabe rodearse.

Algo después de las 22:00 de la noche apareció la banda que le acompañaban siete músicos sobre el escenario. No era poca cosa.  Para comenzar venía utilizando una canción de Noveller, la turbadora Rune, la propia Sarah Lipstate estaba sobre el escenario con su guitarra y arco en mano. Lo disfruté muchísimo porque me había enamorado de la canción y la tenía muy machacada desde antes del concierto. La canción va acabando con suavidad, como si se descorriera un velo para dar paso a alguien. Ese era el torbellino de Iggy Pop que entró en el escenario como si le corriera el diablo por las venas, una jauría de perros ladraban de fondo, Iggy se arrancó el chaleco, lanzándolo con vigor. El bajo suena con energía desbordante. La batería tronando y unos vientos marcando el territorio. Teníamos Five Foot One encima. Un tema de finales de los 70, una declaración de intenciones. No había terminado y sin respiro gritó un enérgico Looooord y así dio comienzo TV Eye. El sonido era fantástico y tras un irreverente y breve saludo, introdujo uno de sus temas nuevos, Modern Day Rip Off, que no tiene nada que desmerecer a sus clásicos. Sonó cruda y afilada.  Le siguió Raw Power que fue una sacudida de fibrosas contorsiones. ¿Iggy Pop en plena forma? Si no lo está hay que preguntarse cómo sería este animal de escenario en los tiempos en los que las drogas corrían por sus venas y la juventud era el hilo del que pendían sus días.  

Pero hace mucho que Iggy le dio un manotazo a las drogas, ahora sus únicas drogas son el vino y algo de marihuana le leí en una entrevista. A pesar de ello sigue viviendo el peligro de la vida. Gimme Danger siguió para serenar el ambiente. Una pequeña pausa antes de la lujuria. La voz de Iggy se ha vuelto cavernaria, rasca como las garras de un águila imperial. Uno de sus himnos estaba al caer como una bomba atómica. The passenger la cantó hasta la más estirada pareja pija del Starlite. Hay cosas que están fuera de clases. La música siempre lo fue. No llevábamos ni media hora de concierto y Iggy ya tenía al público en la vigorosa palma de su mano. Ya saben el estribillo que dice algo así como Everything looks good tonight, la la, la-la-la-la... Los vientos jugaron un papel maravilloso en esta canción. El público jaleado por Iggy cantaban como escolares dirigidos por su maestro un día de ensayo. Iggy jugaba con el público. Fuckin' Cool. Lo que venía iba a hacer temblar el cielo estrellado del auditorio. Lust for life! Bowie estaba de visita en Marbella. Buen trabajo realizaron Iggy y Bowie con este tema. Con un ukelele Bowie creó la música y la letra corrió a cargo de Iggy. Una pegadiza canción que nació en 1977 y renació en 1966 con la banda sonora de la película Trainspotting. Fiesta punk en el Starlite. 

Llegó el momento de serenar las aguas del concierto y entrar en The Endless Sea, una canción que comienza como si una película de intriga estuviese a punto de comenzar, un misterio hay escondido en algún rincón de esta canción. El bajo comienza a seguir el ritmo de la batería como un gato sobre un vertiginoso tejado de zinc. Hay algo sigiloso y enigmático encerrado en esta canción. No se ve el mar desde la Cantera de Nagüeles pero se puede respirar. Iggy baja a la arena inexistente del patio de butacas, allí donde los dioses son adorados. El servicio de seguridad del concierto no da abasto, la marea del público ruge al ritmo que la Iguana menea su cintura. I really think you better go home to the fuckin' endless sea.

Iggy dice que cuando está de vacaciones no va a fuckin' Marbella, él va un fuckin' Death Trip, Baby! Así comienza el vertiginoso ritmo de Death Trip. Los Stooges vuelven a la carga. Iggy escupe con furia como muestra de rabia escénica. Es algo que tendrá más que ensayado, o aprendido, pero funciona. El punk es antisocial. El punk es irreverente y descarado. Iggy actúa como tal. Es parte de su esencia, parte de la escena.


El punk da paso a una balada con sonidos atmosféricos y una trompeta como protagonista. La guitarra tiene un lugar secundario. Siempre pensé que I'm sick of you tiene mucho de The Doors. Una canción que es un arrebato sincero de hastío. La ruptura musical por excelencia. La alarga, para y sigue, se pone el micrófono en sus partes, hay mucho de ensayo en sus gestos. La trompeta me tiene engatusado, hay jazz en esa trompeta. Iggy termina ladrando. Se vienen las fauces más feroces de la Iguana que quiere ser perro. I wanna be your dog. Un himno de obediencia y lealtad. Quiere sentarse junto a su dueño, quiere ser su perro. Las trompetas me traen loco. Estoy maravillado. No esperaba esos vientos en un concierto de punk, se acerca el momento del solo de guitarra, uno de los más influyentes del rock. Hendrix parece estar por ese solo, pero es punk. El de Michigan juega con su pelo largo y hace cantar al público mientras incita su garganta en un momento de éxtasis. Busca algo y lo encuentra, lo busca para destruirlo. Search and destroy es un alegato a la provocación. Una de las mejores letras que la música ha conocido:

I'm a streetwalking cheetah with a heart full of napalmI'm a runaway son of a nuclear A-bomb

I am the world's forgotten boyThe one who searches and destroys
 
  Soy un guepardo de las calles con un corazón lleno de napalm
 Soy un hijo fugitivo de la bomba nuclear.

Soy un niño olvidado por el mundo,
el que busca y destruye.

Tanta intensidad ha afectado a la guitarrista, se la ve mareada, por un momento Sarah Lipstate abandona el escenario. Iggy no se percata, está tirado en el suelo, ha lanzado el micrófono haciendo justicia a la destrucción que tanto busca. El concierto parece acabado pero todos sabemos que volverá en los bises. Eso esperamos.
 
Vuelve al escenario de la mano de Bowie con Mass production que es una canción que Iggy tenía olvidada en su disco Idiot (1977), que tuvo a Bowie como productor. Es, a mi juicio, la más Bowie de las canciones de Iggy. Tiene ese sonido tan industrial, de línea de producción alemana. Esta canción fue una huida de la cocaína, o un intento. El primer paso para la superación, un largo camino que les llevaría los bajos fondos de la desesperación, a lo más bajo de un largo camino, Down on the street es el siguiente tema.

Ahora hace un alegato, apartemos los móviles, disfrutemos del momento, no pongamos muros en nuestras experiencias. No walls que grita la letra. La letra pide que estemos concentrados, focus que dicen ahora los jóvenes, que tengamos una real O-Mind, que es algo así como cuando la mente funciona como una unidad, colectivamente, para un momento después liberarse con Loose.  Hay algo de contradicción en esta canción. Se siente suelto, flotando (loose) y la meterá bien adentro (I'll stick it deep inside), haciendo un juego de palabras entre la aguja en su brazo y su polla en una groupie. Así eran las cosas hace 50 años. Definitivamente Sarah Lipstate tiene que abandonar el escenario. No ha podido superar el mareo. 

El concierto está llegando a su fin. Su single más actual va a cerrar el concierto. Se acelera en un ritmo frenético, los vientos maravillosos del día suenan alocados, la guitarra sube y baja de trastes, el batería regala un ritmo impetuoso, sin la más mínima moderación. Frenzy es pura energía. Iggy se va hacia el centro del escenario. Nadie duda que este hombre de 76 ha dado más de lo esperado. No sólo hoy, sino también en la vida. Más de una hora y media de ritmo enloquecido, desenfrenado. Me quedé con las ganas de algún tema suyo, pero volvería de nuevo por lo mismo. Gracias Iggy.

martes, 1 de agosto de 2023

Diamantes para la eternidad (1971)

La séptima entrega de la saga de James Bond se estrenó con el regreso de su actor protagonista original, Sean Connery. El actor que lo sustituyó en la entrega anterior, George Lazenby, sólo ha durado una entrega. También se vuelve a contar con Guy Hamilton, el director de la tercera entrega (James Bond contra Goldfinger), así como con la cantante británica Shirley Bassey para la música del tema principal.

Diamantes para la eternidad no defrauda y la primera imagen que se ve en la pantalla es el puño de James Bond repartiendo estopa. Empezar como es debido siempre es un buen síntoma. Poco después se está tomando una copa de Jerez comentando la nobleza de su origen en 1851. Un toque de distinción con influencia española siempre agrada. Los estereotipos jamesbondianos nunca están de más. 

Es una película de ritmo frenético, donde no faltan lujo y acción, Las Vegas, Ámsterdam, los hangares de Luftansa en  Francfurt son algunas de las ubicaciones donde se grabaron las escenas de la película. No faltaron varios hoteles de Las Vegas, como son el Tropicana o el Hilton o incluso la casa del actor Kirk Douglas que parece que fue usada en la filmación.

Es posible, a mi juicio, que sea una de las más humorísticas James Bond de todas. Ah, y antes de terminar, recordar que también Shirley Bassey se encargó del tema original principal de la película: Diamonds are forever

El presupuesto según leo alcanzó los $7.2 M y la recaudación ascendió a $116 M, lo que da cuenta del éxito comercial de esta entrega de la saga de James Bond. Y de lo rentable que suelen salir las películas del famoso agente secreto.