Enrique Vila-Matas es uno de los autores que tengo entre mis querencias habituales. Tiene una escritura fronteriza entre ficción y realidad, entre narrativa y ensayo (auto)biográfico. En muchos de sus libros sus protagonistas son escritores buscando un tema de escritura, o bien, se encuentran angustiosamente en mitad un bloqueo. Escriben para tratar de evitar la página en blanco, en una forma de huida hacia delante intentando huir o prevenir el bloqueo del escritor.
Vila-Matas gusta de incluir abundantes citas literarias en sus textos, a veces la cita es de cosecha ajena, de otros autores, o a veces la cita llega de manera directa de sus personajes. Deja a la interpretación del lector si lo que se dice que dijo fue dicho o si es una licencia literaria decir que alguien, tal vez, dijo tal cosa. Esa zona brumosa de realidad versus ficción. En cierto modo da igual, no tiene más importancia que que aquello que uno está leyendo funcione. Y la literatura de Vila-Matas funciona.
Esta bruma insensata, no ha resultado ser una de mis novelas favoritas del autor barcelonés, pero no se puede decir que no mantenga el espíritu de su literatura. La prosa de Vila-Matas es mucho más Vila-Matas que el propio autor. El autor se puede desdecir, imagino que hasta puede pasar desapercibido disfrazándose, pero su literatura tiene unas facciones reconocibles con facilidad y difícilmente pueda esconder la pluma detrás de sus palabras.
En la faja que venía envolviendo el libro hay una cita de Paul Auster que dice: Con Enrique Vila-Matas sólo tienes que dejarte llevar porque estás en manos de un maestro. Y estoy de acuerdo. Pero habría que añadir que es un maestro de su propia literatura, de su voz narrativa que es a la vez inalienable y sumamente expansiva -¿me han quedado muy grandilocuentes estos adjetivos?-.
A veces pienso que cuando Vila-Matas escribe mantiene como máxima no apartarse de sus obsesiones y mantenerse firme en su voz narrativa. Con eso ya tiene enganchado y contento a su público, en el cual me incluyo. Lo demás es simplemente ir escribiendo a ver qué va saliendo. Gracias de nuevo.
Pd: A penas unas semanas después acudió Enrique Vila-Matas a dar una conferencia en un Ciclo de Arte y Literatura en el Carmen Thyssen de Málaga. Eligió previamente un cuadro del Museo, La buenaventura de Julio Romero de Torres. Y vino a ofrecernos su punto de vista sobre el cuadro. Fue muy interesante. Y me dedicó el libro.
Pd: Me dedicó el libro -digo- pero por cosas de la vida puso para Salvador Romero, en lugar de Salvador Moreno. Igual, si viene en otra ocasión, se lo llevo para que lo rectifique.
Pd: Me dedicó el libro -digo- pero por cosas de la vida puso para Salvador Romero, en lugar de Salvador Moreno. Igual, si viene en otra ocasión, se lo llevo para que lo rectifique.
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