lunes, 21 de marzo de 2022

El bicho nos pilló

Fue a primeros de marzo, un miércoles de Champions League. Miguel llegó de entrenar y nos sentamos juntos a ver el partido del Real Madrid, que resultó ser una de esas noches de épicas remontadas. Durante la retransmisión estornudó un par de veces, nada preocupante. Cenamos los cuatro delante de la tele viendo el partido. Pocos días antes le habíamos hecho es test de antígenos porque nos había dicho que le dolía un poco la garganta pero había dado negativo. 

Pepi y yo andábamos con la mosca detrás de la oreja porque los casos de Covid estaban a la orden del día. En su equipo de fútbol había habido varios positivos, pero era algo habitual en los últimos meses. Dijo que tenía un poco de frío y le pusimos el termómetro.  Tenía décimas de fiebre y decidimos hacerle otra vez un test de antígenos. Positivo. Se veía venir. Lo primero que hicimos fue aislarlo sacándolo del cuarto de la hermana, pero ya fue tarde. 

Cuatro días más tarde, Pepi y yo dimos positivo, era cuestión de tiempo que Sofía cayese. Lo intentamos todo porque tenía pendiente la operación de su menisco, que se había roto semanas antes. Estaba harta de muletas y estaba loca por operarse y poder volver a una vida normal. Pero si daba positivo, por protocolo, no se iba a poder operar.

Todos nos aislamos de ella, hicimos todo lo que pudimos, pero ni aun así fue posible, pocos días antes de su operación dio positivo. Una faena.

Lo mejor es que todos lo pasamos con síntomas leves. Yo tuve un día de fiebre y respiré un poco mal el primer día, pero a tercer día estaba prácticamente asintomático. No tuve mucosidad, ni dolor de garganta, ni nada más allá de un poco de cansancio y un leve dolor de cabeza. Al final, la que lo pasó peor fue Sofía, que se tiró varios días con fiebre alta y aparte fue a la que fastidió más el confinamiento, pero bueno, ya está todo superado. Pepi y Miguel, con más o menos mocos y dolor de garganta, también lo pasaron sin problema. 

 

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