Suelo elegir los libros que leo influenciado por la publicidad que me llega directa o indirectamente de la editorial. También están las reseñas de prensa, que suelo consultarlas casi justo antes de comprar un libro, para terminar de decidir. Por otra parte, en muchas ocasiones las elecciones son consecuencias de mis vagabundeos por las librerías, yendo y viniendo, curioseando y leyendo las sinopsis, picando de aquí y de allí, pero sin duda las mejores de mis lecturas suelen llegar por el boca a boca. Los libros que van recomendando los lectores tienen un crecer lento pero eficiente, van abriendo poso en cada lector a pico y pala. Cuando una persona que conoces, con la que tienes gustos comunes, con la que has intercambiado lecturas y horizontes literarios cree que un libro te puede gustar, porque te conoce, y sabe de tus gustos, la más de las veces te está haciendo un regalo estupendo, porque muy probablemente el libro será un compañero de vida.
No voy a destripar nada de la historia, estén tranquilos. Sólo quería contarles que en el caso de este magnífica libro, Ojos de agua, mi mujer, que es también una gran lectora de novela negra, lo leyó antes que yo, y también le encantó.
Cuando mi mujer se lo acabó casi que tuvimos que salir corriendo a comprar la segunda entrega de la serie donde se describen los quehaceres, enredos y sinsabores de Leo Caldas acompañado de su fiel y brusco amigo Rafael Estévez, para resolver los casos que se le presentan muy a su pesar. La primera novela, que es la única que he leído por ahora. Muy, muy recomendable.
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