Llegó agosto y desde el mismo primer día de agosto le abrí la puerta de par en par a mis vacaciones. ¿y qué mejor comienzo de vacaciones que una escapada a un hotel rural un par de noches? Exactamente eso fue lo que hicimos. Este año comenzamos las vacaciones a los pies del Parque Nacional de Sierra Nevada, en Laujar de Andarax, en la falda almeriense, y lo hicimos acompañados de nuestros amigos Sagri y Miguel y sus niños Dani, Jaime y Gabriel, y también de Juani y Nicolás.
Estos fines de semana se resumen muy acertadamente con palabras como siesta, estupenda compañía, risas, lecturas y buen yantar. Todas en su adecuada proporción. No hay mucho que contar salvo que comimos más de la cuenta, nos bañamos en la añorada última hora de la tarde y salíamos a cenar cuando el cielo empezaba a difuminar sus colores y las estrellas a asomar su brillo.
Por las mañanas, después de un abundante a la vez que relajado desayuno solíamos dar paseos. No excesivamente cansados pero sí lo suficiente como para merecer una cerveza fría que llevarse al gaznate. Y después del almuerzo, probablemente no con tanto merecimiento pero sí con idénticas ganas llegaba la siesta.
Días en los que hay poco que contar, pero mucho que vivir. No estrés y como dice la canción de Radiohead, no surprises.
Días en los que hay poco que contar, pero mucho que vivir. No estrés y como dice la canción de Radiohead, no surprises.
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