Inesperadamente tuve que ir a Málaga, a los alrededores del Centro de Arte Contemporáneo (CAC), y ya que me encontraba allí, tan cerca, solo, e incluso con tiempo suficiente para visitar la exposición no quise dejar pasar la oportunidad. No tenía ni idea ni de qué, ni de quien era la exposición. Consulté el folleto informativo que ofrecían en la puerta y supe que la exposición era sobre un artista chino, al cual también desconocía, Jia Aili. Con ese nombre no me quedó claro si era hombre o mujer. No importaba, pero resultó ser un hombre.
Obras inmensas, como paisajes completos, se alternaban con obras que parecían bocetos. A primera vista parecían ser abstractos, pero no, tienen un objeto aquí, un motor allí y un edificio por el fondo, por allá una persona, como perdida, agotada, o quizás comprendiendo o intentando asimilar, analizar, el caos que le rodea ¿Ha ocurrido un accidente aéreo? ¿Una bomba nuclear? La obra parece representar una paisaje de sensaciones apocalípticas, pero no estamos seguros. El cielo contaminado de grisura, la tierra estéril, un terreno agotado, completamente rodeado de restos exánimes. Desolación y despojos.
Algo ha sucedido pero no sabemos el qué, porque no hay una explicación conocida, la idea que nos rodea está fuera de nuestro conocimiento. Podemos suponer, imaginar pero no estamos seguros. Hay objetos que no reconocemos, como artilugios quebrados del futuro, descompuestos por un estrepitoso y fatal accidente o explosión. En otros cuadros parecen restos de un naufragio o momentos después de un terremoto. La sensación es de pérdida y confusión. Parece que hay un símbolo del comunismo derruido en la catástrofe, pero sólo son conjeturas, todo es muy incierto y confuso. Una vez vista más de la mitad de la sala podríamos estar mareados. Quizás sea un exposición para ver en varias veces, poco a poco, pero no me sobra el tiempo. Continúo. He venido solo y no tengo a nadie con la que comentar mis ideas. Mi sensación de soledad se acrecienta.
Los trazos son a veces difusos, veloces, indefinidos, predominan los azules grisáceos. Hay como una irrealidad cierta, como un vaivén por debajo y por encima de la realidad, no es surrealismo, no es arte abstracto y hay detalles de estilo tradicional figurativo. No sé cómo lo definen pero no importa. Es otra cosa. Es la pesadilla postfuturista de Dalí, pero un Dalí sin grandilocuencias ni alegrías, sino uno oscuro, rabioso y sumido en pesadumbre y padecimiento.
A lo largo de la exposición encontramos figuras, como presentadas en un sueño, quizás la esencia visual de una idea. A veces el artista nos define el rostro, otras no, pero los gestos son inequívocos. ¿Qué? ¿para qué? ¿con qué sentido? ¿era necesario? ¿tiene explicación? ¿la necesitamos? Se puede hacer balance de lo ganado y perdido en el siempre incierto futuro que nos espera.
No sé si esas son las preguntas pero sí puede que las obras de Jia Aili sean las respuestas.
Pd: Ampliar las fotografías debería ser obligatorio en esta entrada.
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