lunes, 12 de julio de 2010

¡CAMPEONES DEL MUNDO!

¡Así es! ¡Ganamos! ¡Y desde hoy somos, y nos sentimos, auténticos Campeones del Mundo! Ganamos como soñamos. Porque esto es un sueño. Un sueño que alguna bonita noche soñé que viviría, pero sin apenas esperanza de que podría convertirse en realidad. Pero, a veces los sueños se convierten en realidad. Y la realidad superó al sueño por las maneras. La manera de intentar jugar al fútbol. De querer la pelota. De amarla y besarla. Con la pelota acariciada por los pies. Deslizándose por el tapiz verde. Meciéndola y mereciéndola. Jugando a un fútbol bello. De escuela. Delicado y virtuoso, mientras enfrente maljugaba el antifútbol, a cara de perro. El patadón y tentetieso. Una Holanda peleona, barriobajera, con malas maneras, brusca. Pero lo conseguimos. Ganamos a pesar de un árbitro permisivo y cobarde, que debió expulsar, al menos, a un karateca aspirante a Van Damme vestido de naranja.

Pero ganamos, que es lo que cuenta, y lo hicimos a pesar de nuestra histórica suerte esquiva y correosa, que por una única vez bajó oportunamente para colocar una pelota en los pies de un niño, o mejor, un hombre que juega al fútbol como quieren los niños. Iniesta recibió el balón de Cesc, lo controló, le obedeció en parábola para hacer realidad su voluntad. Colocó el cuerpo, preparó su pierna derecha para el golpeo y el tiempo se detuvo. Todos mirábamos la jugada, quietos, expectantes, con el brazo del amigo en nuestro hombro, frente al televisor, sin pestañear, con el grito a punto en la boca, esperando, sintiendo que era nuestra última oportunidad, en la prórroga, y entonces golpeó la pelota. Cruzándola. Una pelota a la que el portero sólo pudo acariciar. Consciente de que le decía adiós a un balón que soñó que llegaría a la red para cumplir el sueño de muchas vidas al convertirse en gol. El gol que todos gritamos y abrazamos, en todos los hogares, en cada calle, en cada garganta, con nuestro alma, empujado por millones de corazones. El gol que supuso hacer, por una vez, nuestros sueños una realidad.



¡CAMPEONES! ¡CAMPEONES! ¡OÉ OÉ OÉ!

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