miércoles, 4 de junio de 2025

Mi Selectividad

Hace muchos, muchos años en una galaxia no muy lejana yo hice en Málaga mis exámenes de selectividad. No recuerdo bien pero creo que fue en la actual Facultad de Filología Hispánicas. En ese momento aún no tenía claro lo que quería cursar en la universidad. No he tenido yo una vocación sobresaliente en mi vida. Quizás la música, y puede que mi curiosidad por la biología o los animales, pero también se me daban relativamente bien los idiomas o las matemáticas. A mi madre le hubiera gustado que yo estudiara medicina, y quizás no se me hubiera dado mal, pero no me atraía nada eso de trabajar en un hospital. Me parecía un trabajo triste y depresivo. 

Finalmente no sé muy bien por qué me apunte en Ingeniería Técnica Industrial, quizás tenía un nombre rimbombante y llamativo, quizás me pareció que eso de las estructuras sonaba bien. Siempre tuve buena visión en 3D, y eso de construir me atraía, al menos así fue con los Lego. La realidad es que no era yo muy consciente de dónde me metía. Me gustaba, pero no me encantaba, la verdad. Acabé la carrera pero antes de terminarla ya estaba trabajando en un Estudio de Arquitectura, donde el trabajo me gustaba más de lo suponía por que le veíamos en la carrera. Así que no me quejo.

De eso, digo, hace muchos, muchos años. La temible Selectividad de entonces ahora se llama PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), aunque en estos últimos años ya le han cambiado el nombre en varias ocasiones, EBAU o EvAU. Para mí, en cualquier caso, siempre será la Selectividad.

Pero lo que venía yo a contar hoy aquí, que me pierdo en circunloquios, es que aquella lejana prueba de selectividad, a mis tiernos diecisiete años, suponía dos días de nervios y agobio, tensión y estrés de ese que te quita días de vida, en cambio, ahora, muchos, muchos años después, como mi mujer es profesora, y en ocasiones correctora de selectividad, lo veo desde el otro punto de vista. Ahora, cuando la seleccionan como correctora, tiene que ir a la localidad donde sea la prueba, siempre dentro de la provincia, y tiene incluida una habitación de hotel los días que realice la prueba. 

Así que yo la llevo, y me voy a trabajar, pero al acabar mi trabajo regreso con ella y pasamos la tarde como si estuviéramos de viaje, hacemos turismo, paseamos, incluso vamos a cenar y al día siguiente será igual. Un par de días no nos lo quita nadie. Esos días aún no le han sido entregados los exámenes de los alumnos, que además serán de otra localidad, y poco puede hacer.

De manera que la PAU me recompensa ahora por los malos ratos que me hizo pasar cuando me tocó. Nunca se sabe lo que te espera a la vuelta de la esquina. Este año le tocó Marbella, y allí que nos fuimos de turismo.