Es posible que este tiempo pausado y apartado que nos ha tocado vivir, a pesar de las desgracias con las que se acompaña, tenga una cara positiva, mucho menor que la negativa, claro está, pero favorable al fin y al cabo. Uno de los posibles beneficios de esta pandemia, o al menos el más inmediato que yo observo, es que la naturaleza está descansando, nuestro planeta se está pudiendo dar un respiro. Hemos dejado de contaminar al incesante ritmo vertiginoso con el solíamos, los cielos no están a todas horas enredados de queroseno quemado intoxicando nuestra atmósfera. Hemos regresado a la cueva de la que nuestros ancestros del cromañón salieron y aún permanecemos en ella esperando que pase el chaparrón, que aparezca una poción mágica que elimine y de un puntapié a esta dichosa pandemia.
La unidad familiar ha recobrado su papel principal como eje de nuestras vidas. Este encierro ha permitido a muchas personas pasar más tiempo con sus familiares y con la gente que nos rodea. Nos hemos visto obligados a mantener el contacto telemáticamente con casi todo conocido que no convivía con nosotros, hemos perdido los abrazos en muchos casos, pero la palabra solidaridad en cierta manera ha agrandado su sentido.
Muchos de nosotros hemos tenido más tiempo libre, más tiempo para nosotros mismos. Algunos lo habrán usado para ver más la televisión, otros para dormir, muchos para hacer deporte, vete a saber, cada cual habrá elegido aquello que haya querido o podido. Yo lo he repartido en escuchar música, leer un poco más, ver más cine, y cuando he podido salir a la calle, he intentado siempre buscar cielos ardientes al atardecer. Pocas cosas me sobrecogen más que un cielo encendido de tonos malvas. Por eso, cuando he tenido la ocasión, me he calzado unos tenis y he bajado al paseo marítimo, en busca de esa estampa casi fugaz, de una acuarela difusa de colores cálidos. Sí, los he coleccionado, como un cazador de mariposas sale con su red yo he salido en busca de la belleza en forma de atardeceres. Lo confieso, soy un poco hedonista. Busco la belleza.
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