Hacía bastante tiempo que tenía planeado una escapada a Madrid. La escusa era el concierto de Bruce Springsteen en el Bernabéu. Sí, las entradas esas que volaron en pocas horas. Tuve la inmensa fortuna de hacerme con un par de entradas. Una para mi cuñado Francisco (mi habitual acompañante de conciertos) y la otra, claro, para mí.
Pero ya que íbamos, la idea era aprovechar y visitar la capital. Fuimos a Madrid con nuestras santas, que se procuraron un par de butacas para asistir al teatro mientras nosotros disfrutábamos del Boss. Aparte del concierto y el teatro también disfrutamos de largos paseos por la capital y nos alimentamos como es debido. Visitamos además el Museo Thyssen-Bornemisza, tanto su exposición permanente como la temporal, que en esta ocasión era de Realistas de Madrid, donde pudimos contemplar estupendas obras de Antonio López o de Isabel Quintanilla entre otros. De la colección permanente necesitaría un blog específico sólo de ella, pero no estoy por la labor. Os libráis.
De lo que sí me gustaría hablar es de Bruce Springsteen. No he sido nunca un grandísimo fan del Boss, lo confieso, aunque sí he estado siempre atento a sus discos y me he comprado unos cuantos de ellos. Lo que más me gusta de él era su primera época, y después había ido perdiendo posición en mis elecciones musicales, pero en cuanto supe que el cantante de New Jersey vendría a España, donde ofrecería tres conciertos y uno de ellos en el Bernabéu donde hasta ahora nunca había disfrutado de ningún evento musical, porque futbolístico sí que he estado en varias ocasiones, pensé que era una buena oportunidad para verle. Además la gira con la que se presentaba era el aniversario de The River, uno de los discos de Bruce que más me gustan.
A Bruce Springsteen se le conoce como el Boss, y se le conoce así por algo. Es sorprendente lo que se entrega este hombre en directo. Desde el primer acorde comprendes que no se guarda nada, que lo que ves es lo que hay, y que no hay nada más, ni falta que le hace. No es el primer concierto que veo, lo aseguro, y como Bruce Springsteen en directo he visto pocos, por no decir ninguno. Además tiene un repertorio completísimo. Desde temas de rock grave y rotundo hasta baladas amargas y aterciopeladas. Un concierto de más de tres horas y cuarto. Sin interrupciones ni pausas innecesarias. Rock desde el minuto cero, hasta el último segundo. Luego la elección de las canciones podrá agradarte más o menos dependiendo de gustos. A mí desde luego me dejó claro por qué es el Boss.
De lo que sí me gustaría hablar es de Bruce Springsteen. No he sido nunca un grandísimo fan del Boss, lo confieso, aunque sí he estado siempre atento a sus discos y me he comprado unos cuantos de ellos. Lo que más me gusta de él era su primera época, y después había ido perdiendo posición en mis elecciones musicales, pero en cuanto supe que el cantante de New Jersey vendría a España, donde ofrecería tres conciertos y uno de ellos en el Bernabéu donde hasta ahora nunca había disfrutado de ningún evento musical, porque futbolístico sí que he estado en varias ocasiones, pensé que era una buena oportunidad para verle. Además la gira con la que se presentaba era el aniversario de The River, uno de los discos de Bruce que más me gustan.
A Bruce Springsteen se le conoce como el Boss, y se le conoce así por algo. Es sorprendente lo que se entrega este hombre en directo. Desde el primer acorde comprendes que no se guarda nada, que lo que ves es lo que hay, y que no hay nada más, ni falta que le hace. No es el primer concierto que veo, lo aseguro, y como Bruce Springsteen en directo he visto pocos, por no decir ninguno. Además tiene un repertorio completísimo. Desde temas de rock grave y rotundo hasta baladas amargas y aterciopeladas. Un concierto de más de tres horas y cuarto. Sin interrupciones ni pausas innecesarias. Rock desde el minuto cero, hasta el último segundo. Luego la elección de las canciones podrá agradarte más o menos dependiendo de gustos. A mí desde luego me dejó claro por qué es el Boss.