Ayer día veintitrés de noviembre caí, como cada año, en la tentación prenavideña de tomarme el primer mantecado de la temporada. Después de comérmelo me sentí un poco arrepentido por haber comenzado tan pronto a disfrutar de los pecados navideños, todo lo contrario a lo que recomienda mi voluminosa barriga. Entonces me acordé de que el año pasado colgué una entrada contándolo, y al consultarlo comprobé que casualmente también me tomé el primer mantecado el mismo día sólo que un año antes, aunque el año pasado además también cayó un alfajor. Extraña e injustificadamente -soy consciente de ello- me sentí mejor, incluso aliviado. Ya ven, así soy yo de tonto.
Pd: ¡Con qué buen sabor de boca bajé andando de camino al trabajo!
Pd: ¡Con qué buen sabor de boca bajé andando de camino al trabajo!
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