martes, 29 de abril de 2025

El día que se fue la luz

El lunes 28 de abril, a eso de las 12:30 de la mañana, mientras trabajaba, se fue la luz. Hace tiempo que no se va la luz. Piensas que ha sido una subida de tensión y vas a comprobar el cuadro de luz, suponiendo que es sólo cuestión de subir el diferencial, que habrá saltado por una sobrecarga. Pero no. Abres la puerta al rellano e intentas encender la luz del pasillo para comprobar si es algo del piso o del bloque. Sigue sin haber luz y confirmas que es algo del bloque, o de la calle. Así que poco puedes hacer. 

Coges el teléfono y lees que un amigo de Barcelona, en un grupo de whatsapp, pregunta si se ha ido la luz en nuestra ciudad, y ves cómo uno de San Sebastian y otro de Madrid dicen que sí. ¿Cómo? ¿Estamos en un apagón nacional? Si se ha ido en toda España no será cosa de subir un diferencial. Mi primer pensamiento fue escribir por whatsapp al grupo familiar. Hablé con Sofía y le dije que comprara pan, que así al menos un bocata comemos, porque sin luz, poco podíamos cocinar. Les pedí que ahorraran batería de los móviles porque no íbamos a poder cargar, salvo que las baterías externas que tenemos en casa, esté cargadas. Imposible saber cuánto tiempo íbamos a estar sin electricidad.

En casa no solo fallaba la luz. Sin electricidad el motor del agua del bloque no funcionaba. Una vez usada el agua de la cisterna, no habría más hasta que volviera la luz. Además, al no funcionar el motor del agua tampoco podíamos ducharnos. Poco podíamos hacer en casa cuando oscureciera. Internet dejó de funcionar. Las velas no alumbran tanto como para poder leer, entonces fue cuando me acordé de las luces de navidad, y de que teníamos una tira de led que funcionaba con pilas, y así pude pasar las horas de apagón enganchado en la lectura. Ni tan mal.

Nos acostamos a dormir todavía sin electricidad. Con la incertidumbre de si volvería antes de despertar, porque al despertar podíamos tener electricidad y regresar una nueva normalidad o bien el apocalipsis. 


sábado, 26 de abril de 2025

Lo demás es aire - Juan Gómez Bárcena

Para mi cumpleaños pasado mi amigo Miguel me regaló Lo demás es aire, el libro de Juan Gómez Bárcena. Ya me había comentado en anteriores ocasiones que lo había leído y le había gustado mucho, y me recomendó que me lo leyera, que estaba seguro de que me iba a gustar. Como veía que no yo no lo compraba ni lo sacaba de la biblioteca, aprovechó mi cumpleaños y me lo regaló y bueno, como me conoce, ya así, casi que me obligó a leérmelo. 

Lo puse en la cola de próximas lecturas, y varios libros después comencé a leerlo. ¡Qué libro más extraño! Comienzas leyendo un libro que tiene fechas con años en los márgenes, y esos años parecen no tener ningún orden ni ningún sentido aparente, hasta que vas descubriendo lo que todos sabemos, que un año no indica nada más allá de una porción de tiempo.

El libro es así, un texto continuo de situaciones ocurridas en un mismo lugar, Toñanes, un pueblo o más bien una aldea cerca de Santander, sólo que en distintos años. Historias entremezcladas en las que Toñanes disfruta tanto de una romería en 1946, o de un ammonite que muere en el Cretácico. Van surgiendo relatos y el autor lleva una especie de cronología adosada a cada historia. A veces en el mismo párrafo se reúnen distintas fechas. Todas las historias entremezcladas.

El hilo es el lugar y el tiempo de las personas que pasaron por allí. Todos de alguna manera coagulan en la historia de Toñanes. Pequeños relatos que van escribiendo la historiografía del lugar. Vidas relatadas que van cuajando, espesando, en el conjunto que son las memorias de las personas que en realidad forman la biografía de Toñanes. Todo concentrado en una aldea pero dispersado en la extensión de milenios de la vida. Todo concentrado en  un libro y dispersado, nuevamente, en los pensamientos de millares de lectores. 

Una narración compleja pero a la par sencilla, atravesada de recuerdos y ficciones que son un diario personal del lugar del que ya todos los que nos introducimos en su memoria, en sus calles y sus gentes con esta lectura, somos parte de él, o más bien podría decirse que una vez leído, Toñanes ya es parte de nosotros. Me encantó.

Gracias Miguel



sábado, 19 de abril de 2025

El nacimiento de Tari

Los que siguen este blog, es decir una tercera parte de cuatro gatos, saben que me encantan los animales y que desde las pasadas navidades poseo y luzco orgulloso un pase anual para el Biopark de Fuengirola, y casi siempre que encuentro un momento intento acercarme a visitarlo, especialmente ahora que en la madrugada del último sábado de marzo una cría de tapir malayo, tras más de un año de gestación, nació en el Biopark. Todo un acontecimiento.

Según leí se calcula que quedan poco más de dos mil ejemplares de tapir malayo en el mundo, y 45 de ellos en zoológicos que trabajan en su protección. Según parece sólo han nacido 24 en todo el mundo en la última década. Las hembras suelen parir sólo una cría y como tiene gestaciones de 13 meses pues es una especie de reproducción lenta, lo que agrava aún más su peligro de extinción. 

Teniendo en cuenta que la pareja de tapires malayos del Biopark (Mekong y Rawa, así se llaman) son los únicos que hay en España, el logro del nacimiento de Tari -así la han llamado- es un acontecimiento único y extraordinario. 

Los tapires malayos son unos mamíferos enormes, que puede alcanzar los 300 kg y medir más de 2m. Son fácilmente reconocibles por su coloración blanca y negra, como un panda, aunque tienen el cuerpo similar a un cerdo con trompa. Son animales prehistóricos y están emparentados con los rinocerontes y los caballos actuales.

He de decir que Tari es muy jovial, se mueve rápido y parece alegre, curiosa, pero lo que llama más la atención es que es de piel moteada, como el lomo de un cervatillo. Parece que a medida que vaya creciendo irá cambiando gradualmente su apariencia hasta adquirir la coloración de los adultos.

Salí del Biopark como orgulloso, como viviendo una satisfacción tonta, casi absurda, pues poco mérito tengo yo, pero sí que salí contento de haber visto algo que poca gente ha visto en su vida, una cría de tapir malayo.

viernes, 11 de abril de 2025

Mañana y tarde - Jon Fosse

Cuando lees un libro que te gusta, estás deseando comenzar otro del mismo autor. Es algo que normalmente ocurre, es casi un pensamiento directo, correlativo. Si una cosa te gusta, lo evidente es continuar. Pues en cuestión de lecturas yo lo evito. Me gusta darles tiempo a las lecturas. Intento, sin otra razón aparente, salvo un capricho personal, ir saltando autores, incluso voy más allá y suelo intentar saltar autores y épocas. Me gusta ir pasando de lecturas contemporáneas a clásicas, pero también mezclar entre narrativa con poesía o ensayo. Además, me gusta salpicar lecturas de autores hispanoparlantes con autores de lengua extranjera. Soy así, particular y antojadizo.

Esto que comento es una pauta personal, para nada un mandamiento, porque por encima de este orden está el libre albedrío o la voluntad instantánea del momento. Es una querencia, una especie de equilibrio general, como si cuidara la nutrición de mi cerebro de la misma forma que busco la variedad en la alimentación digestiva. Tonterías personales. Supongo que soy yo alejándome de los radicalismos.

Después de leer Blancura de Jon Fosse, me quedé con ganas de leer otro de sus libros. Pero, como digo, pasé a otro tipo de lectura. Sin embargo, semanas después, pasé por la biblioteca y cuando vi este libro, no pude evitar llevármelo a casa. Se me quedó enganchado de tal manera, que comencé a leerlo allí mismo. 

Mañana y tarde es un libro corto, una lectura breve, pero intensa, con ese aire de misterio e hipnotismo que desprende la escritura de Jon Fosse. ¿Es un cuento? No diría tal, pero sí que tiene el aire de un cuento. ¿Es una novela de misterio? ¿de ciencia ficción? Sí, pero no. ¿Entonces qué es? Quizás cada persona pueda entenderla de manera distinta, quizás lo mejor sea leerlo y sacar sus propias conclusiones. O no. 

lunes, 7 de abril de 2025

Escapada rural a Pinseque

Dicen que el roce hace el cariño y creo que es así a pies juntillas. Ese roce se puede hacer día a día en el trabajo con un compañero, en el ascensor con un vecino, o como el caso que me ha tocado a mí: por redes sociales. Así es. Un foro en español de mi banda de rock favorita, Pearl Jam, donde entrabas a hablar de música, y a comentar giras, conciertos discos,... poco a poco vas conociendo a las personas que están detrás de las palabras. Un día coincides en un concierto de una gira, otro día en tal otra gira, y lo que empezó como una curiosidad va, con el paso de los años, y miles de palabras escritas en un teclado, ya sea de un ordenador o un móvil, en un foro o en un grupo de whatsapp creando conexiones, vínculos. La música y las palabras siempre pueden unir a las personas.

De manera que esa amistad en la red, ese nexo virtual, va creando nudos de cercanía, lazos acompasados por conciertos y música compartida. Festivales de común confluencia, reuniones de primeras filas. Recomendaciones musicales que dicen más de lo que suena. Así, coincidiendo en gustos musicales va uno mimando una relación sin más ambición que la de compartir el tiempo -quizás lo más importante que tenemos-  con la solidaridad del que siente de manera similar al otro. Coincidencias del primer mundo.

Con el paso de los años, a veces, incluso, conseguimos sacar un fin de semana para juntarnos y echar unas risas. Pepi y yo volamos a Valencia, donde nos recogió en coche un amigo valenciano, con el que fuimos a Pinseque, cerca de Zaragoza. Este año, una madrileña, un uruguayo, una granaina, un vasco, un valenciano, un burgalés, una wisconsinesa, junto con estos dos malagueños y un par de alegres canes nos reunimos en una casa rural. Echar unas risas, compartir unos chuletones, disfrutar de la compañía. No hace falta mucho más para ser felices.

miércoles, 2 de abril de 2025

Ken Stringfellow en la Sala Core

Había escuchado que Ken Stringfellow anunciaba una gira y que venía a Málaga. Al principio confieso que no recordaba bien quién era, pero rápidamente, con un pequeño abrir la ventana y asomar la nariz a San Google le puse cara como uno de los miembros de The Posies, y como exmiembro en bandas como Lagwagon o REM. Venía a presentar su disco en solitario, Circuit Breaker, que en ese momento no había ni escuchado hablar de él. El concierto estaba fechado el primer martes del mes de abril en la Sala Core, que es la antigua Sala Velvet, y bueno, no era un día que me viniese especialmente mal.

Así que me puse manos a la obra y le di unas cuantas vueltas al disco y la verdad es que me ganó. Un disco muy versátil, con letras muy sinceras e íntimas. Según me informé venía a presentarlo en solitario, lo que por un lado puede quitarle brillo al concierto pero por otro lado le da un sentido más cercano a la actuación. Se presentó con un esquelético órgano Yamaha y una guitarra eléctrica Gretsch, de un intenso rojo cereza.

Una vez en la sala Core, recién pillada mi cerveza sin alcohol -cuando me toca conducir no hay alcohol que me acompañe- todavía con la música de ambiente puesta, Ken entró en la sala y como yo estaba situado muy cerca a la entrada, y fui casi el primero que se encontró, me ofreció la mano como saludo. Le di la mano y seguidamente fue saludando a los que estábamos situados en las primeras filas. De esto hablaba también cuando digo que un concierto en solitario tiene una cercanía que no es fácil de encontrar en otros ambientes. 

Vestía una camisa hawaiana de estampado de un mar esmeralda con olas de influencia oriental, unos pantalones grises verdosos y unas Vans altas con estampado de piel de leopardo. Se colgó la guitarra al hombro, saludó con un alegre ¡Hi! Mientras afinaba la guitarra eléctrica se presentó en inglés diciendo que había estado en el infierno, también en el cielo y que ahora estaba en Málaga, que era mucho mejor. Y de esa manera comenzó con los acordes de Tears Tumblin', el tercer tema del disco. Las canciones presentadas de esta manera, más desnudas, perdían fuerza pero ganaban en esencia y sinceridad. Así fueron cayendo canciones del disco como Circuit Breaker, There o Trust, que la cantó desgarrándose la garganta. ¡Me encantó!

Interpretó canciones de sus discos anteriores, pero también alguna de The Posies, Big Star o The Disciplines. Fue saltando interpretaciones entre la guitarra y el órgano. Me pareció muy curioso que algunas canciones, especialmente las que tocaba a los teclados, no sé si por su forma de modular la voz, por su composición, o por lo que sea, me recordaron mucho a un sonido Beatles

Conforme iba avanzando el concierto, y escuchas las canciones, si estás atento a las historias que cuenta sobre sus propios temas, sobre cómo crecieron, sobre en qué momento de su vida lo compuso, poco a poco vas conociendo a la persona detrás del artista. Llegado a los bises se metió entre el público con la guitarra y para terminar el concierto ofreció una versión de un tema que siempre me ha encantado, A song for you de Gram Parsons. Es una canción preciosa, que tiene un aire ceremonial, de comunión espiritual, y con los ojos de azul clarísimo de Ken y el pelo largo liso, cayéndole sobre los hombros, parecía un líder religioso en un momento de misticismo. Yo al menos flotaba de forma emocional.