Hace ya bastantes años que escribí por aquí sobre una canción de La Maravillosa Orquesta Del Alcohol que me tenía robado el corazón, Vasos Vacíos. Me la ponía una y otra vez, repetitivamente, una vez entraba en ella era difícil salir. Tenía muchas ganas de verles en directo, y de poder escuchar esa canción. De manera que estuve atento a giras, salas y por una razón u otra la oportunidad no llegaba a concretarse. Siempre ocurría algo. Cada vez que venían cerca no me era posible. Mea culpa.
Cuando ya había perdido la esperanza, y también la fiebre inicial por fin llegó el día, y encima a un paseo de casa, y claro yo había estado todos estos años escuchando sus discos. Vinieron al Marenostrum del Castillo de Fuengirola, en plena pandemia, distanciamiento y mascarillas mediante, pocos días antes de coger mis vacaciones, cuando estábamos hasta arriba de trabajo, pero fui.
El concierto estuvo muy, muy bien, ellos tocaron estupendamente, el cantante sigue manteniendo esa voz desgarrada, y la música en directo siempre tiene ese brillo distinto que la mejora y la completa. Si he de poner un pero al concierto (aunque no tendría porqué) es que me pareció algo corto, o al menos, así se me hizo. No llegó a una hora y media en total. Por poco, pero no llegó. También es cierto es que iban a saco, casi sin descanso ni respiro entre canción y canción. Hilando una tras otra, que siempre es de agradecer, para no perder el crescendo de la emoción del directo.
Vasos Vacíos la interpretaron de otra manera, algo cambiada, con el ritmo más marcado, algo encerrada, encorsetada, y a mí me hubiera gustado que la interpretaran de una manera más parecida a como yo tantas y tantas veces la amé. El resto de canciones del concierto, pues las bordaron. Sólo pude ponerme en pie y aplaudir hasta enrojecer las palmas de las manos. Cuando vuelvan cerca, allí estaré.
Ahora es una banda con infinidad de seguidores, y bueno, yo no voy a decir que soy el más fan de todos, porque no lo soy, pero sí que estaba ahí desde casi el principio. Cuando hace años escribí mi entrada, por la razón que fuera les llegó, y por lo visto escribieron un tweet, y enlazaron mi blog, y dijeron algo así como: Solo porque alguien escriba esto de una canción tuya merece la pena haberla escrito. Me hubiera gustado acercarme y darle las gracias por lo que dijeron, pero no se iban a acordar de ello, ni tampoco existía la posibilidad de acercarme a ellos para saludarles y contarles la miles de horas que me acompañaron, pero bueno, siempre está la magia de Internet.