viernes, 27 de marzo de 2020

Instantáneas - Claudio Magris

Me gusta tener siempre a mano libros de lecturas cortas. Libros de recorridos breves, para leer cuando no hay mucho tiempo, algo que desafortunadamente cada día es más común. Libros de cuentos, relatos, artículos o como en este caso, instantáneas, fotografías temporales de pequeñas historias que el autor italiano Claudio Magris ha ido escribiendo y finalmente ha recopilado y dado cobijo en este libro.
Magris seduce con su mirada a veces melancólica, a veces irónica pero sobre todo crítica. Posee un humor singular que despliega sin pudor en estas instantáneas, o textos en miniaturas, en las que el autor triestino se sitúa como observador de una vida a veces plácida, a veces monótona, pero siempre curiosa.
He disfrutado especialmente de sus retratos, de las pinceladas de personajes o situaciones en el primer contacto con el texto, como aquellos bocetos iniciales de un retratista que desde el inicio ya poseen las características principales, lo que se parece oculto y casi insignificante pero que son desde el inicio la columna vertebral del lienzo. Uno se sienta a leer y se siente algo así como si pudiera ver el personaje a través del perfil difuminado e indefinido detrás de un cristal translúcido, algo que puede parecer innecesario pero que, en un sólo gesto, es detalle esencial en la historia.

Así que si tienen ganas de pasear, sentarse en un banco y poder ver historias desde cerca. Abran la primera página.

jueves, 12 de marzo de 2020

Una familia malaguista

La afición por una vez está unida con la plantilla y el entrenador, y al mismo tiempo en contra contra los propietarios de la entidad. Uno se pregunta qué comenzó a torcerse, qué sucedió para que aquel sueño de noches europeas derivase en el peligroso vértigo de la desaparición. Una situación indeseable en una categoría, la segunda división, donde conseguir un solo punto cuesta sangre, sudor y lágrimas.

Estaba empezando el final decisivo de la temporada, donde los partidos se viven con todos los sentidos puestos en el terreno de juego pero el oído, un poco también en el resultado de otros campos. Y es que en la jornada 31, el Málaga estaba peligrosamente situado en la tabla clasificatoria. Lesiones, amonestados, y especialmente los problemas económicos a los que una engañosa directiva ineficaz  y ruin ha llevado al club de mi corazón.

El partido era vital, en casa contra el Zaragoza, uno de los serios aspirantes a ascender una temporada más. El Zaragoza metido de lleno en fase de ascenso, peleando mano a mano con el Cádiz y el Huesca por dos de las plazas de ascenso directo a la categoría de oro. El Málaga intentando ampliar la exigua diferencia con los puestos de descenso al hoyo que supone la segunda división B.

De manera que mi padre, mi hermano, mi niño y yo, juntos, abonados todos del club desde hace años, no quisimos perdernos tan trascendental partido, y más teniendo en cuenta que el horario acompañaba. Acompañamos el día de partido con una comida en un restaurante.

El partido fue muy emocionante, el Málaga dispuso de sobradas ocasiones para marcar. Hasta en dos ocasiones el balón salió rozando el palo por el exterior y al menos una buena intervención del cancerbero del equipo maño, incluso el VAR nos anuló un gol -correctamente- por fuera de juego, pero al final no se aprovecharon las ocasiones y como suele ocurrir en el fútbol, cuando un equipo no remata al final, muere. En esta vez en el minuto 85, en una contra, con un mal despeje y un rebote. Pero el fútbol es así.

Pd: Este partido resultó ser el último partido con público en la temporada, pues días después el Covid-19 comenzó a extender su manto negro por el planeta. Finalmente el Málaga con mucho esfuerzo y nervios se salvó. Se interrumpió la temporada y se retomó a puerta cerrada. Así que no nos quedó otra que animar desde el sofá de casa.

Todo parece indicar que el club sigue de lleno en problemas económicos, de hecho está intervenido por un administrador judicial y por supuesto la temporada regresará a puerta cerrada. 


miércoles, 4 de marzo de 2020

Luis García Montero y Quique García

Acudían de manera conjunta al MVA de Málaga en un encuentro de muy buen gusto, Luis García Montero -probablemente mi poeta vivo favorito- y Quique González, músico reconocido, amigos ambos desde hace años según fueron contando. Mi amigo Miguel, que se encargó de conseguir las entradas, no faltamos a la cita.

El hilo conductor era su larga amistad y las anécdotas de sus encuentros salpicados en los años. Entre ese diálogo Luis recitó algunos de sus poemas y Quique interpretó algunos de sus temas en acústico. Muchos de ellos nacieron como colaboraciones, otros eran la versión cantada de algún poema y otros eran poemas que se pensaron para ser cantados expresamente por Quique.

A veces introducían las canciones explicando qué o en qué momento se escribieron, el estado de ánimo, o la forma de crearse. Algo similar hizo Luis sobre sus poemas. Y también explicaron que, de alguna manera, ambos se sintieron inspirados el uno por el otro. 

Una conversación sobre encuentros casuales, sobre visitas de uno al otro y del otro a uno. Puntos de encuentros. A veces a solas, en bares, o en habitaciones de hotel, en ocasiones alrededor de partidos de fútbol. Muchas veces rodeados de amigos o en familia. Todo de muy buen gusto.

Al final pudimos saludarlos y decirles que, al menos en mi caso, siento admiración por sus trabajos.