Algunos sábados por la mañana cuando no tengo que realizar ninguna tarea ineludible suelo escaparme al rastro. Me gusta pasear por las mañanas, dar una vuelta cuando el sol aún no pellizca con tanta maldad. Pasear sin ningún rumbo fijo ni ningún objetivo previsto. Contemplando los puestos simplemente por el placer de pasear y la posibilidad de encontrar algo interesante. Libros y música es casi todo lo que acaparan mis adquisiciones en el rastro. Más de la mitad de los cds y los libros que atesoro los he comprado de segunda mano y a un precio irrisorio.
Encuentras algo que te interesa, compruebas que esté en buen estado, y si el precio te parece adecuado te lo llevas a casa. Así he descubierto grandes grupos de música -hoy Spotify me ahorra muchas sorpresas desagradables- y también he descubierto a un buen número de autores. Les aseguro que compensa con creces. Si se tercia también cae una cervecita o un café con churros, depende de la hora. Pero rara vez cae algo distinto a música y libros. Pero hace unas semanas encontré un figura que llamó mi atención. Un hombre estaba tallando figuras de madera, elefantes, jirafas y en un lado del puesto tenía una figura de un hombre sentado tapándose los oídos. Me gustó. Flechazo a primera vista.
Le pregunté si la figura estaba también a la venta y me dijo que sí. También me contó que la había hecho él y que era algo más cara porque era buena madera de ébano. No sé si es cierto, soy un verdadero ignorante en clases de madera, pero es cierto que tenía mejor presencia que las otras, parecía más lisa y más oscura. El caso es que me la compré. Es como un fetiche africano que ahora tengo en la estantería junto a la mesa de noche y es al que a veces le pido que el silencio que tanto añoro llegue a mí.
PD: Por ahora no parece que mis plegarias tengan mucho efecto, la verdad, y empiezo a sospechar que como tiene los oídos tapados igual no me escucha.
Le pregunté si la figura estaba también a la venta y me dijo que sí. También me contó que la había hecho él y que era algo más cara porque era buena madera de ébano. No sé si es cierto, soy un verdadero ignorante en clases de madera, pero es cierto que tenía mejor presencia que las otras, parecía más lisa y más oscura. El caso es que me la compré. Es como un fetiche africano que ahora tengo en la estantería junto a la mesa de noche y es al que a veces le pido que el silencio que tanto añoro llegue a mí.
PD: Por ahora no parece que mis plegarias tengan mucho efecto, la verdad, y empiezo a sospechar que como tiene los oídos tapados igual no me escucha.