Vino la Selección Española de Fútbol a jugar un partido amistoso a la Rosaleda y Miguelito se moría de ganas por ir a ver el partido. Sofía también quería, porque a ella, como a la madre, le gusta más un follón que a nadie. Así que hicimos un esfuerzo y con mucha suerte y aprovechando que los abonados del Málaga teníamos preferencia a la hora de adquirir entradas, lo conseguirmos. Incluso pudimos conseguir para unos amigos.
La Rosaleda abarrotada, la noche estrellada, el cartel de "no hay billetes" colgado en las taquillas. España - Costa Rica, el mundial a la vuelta de la primavera, muchas posiciones del once sin decidir por el seleccionador aún, muchos jugadores pendientes a la llamada de la convocatoria. Banderas españolas, camisetas rojas, bufandas y trompetas. Los niños se lo querían colocar todo. Muchas ganas de fiesta.
El partido fue una exhibición de juego de principio a fin. Un juego preciosista, con una circulación de balón a un ritmo alto, una gran cantidad de ocasiones de gol, un sinfín de desmarques, y con una pizca de acierto y suerte todo fue rodado. Jordi Alba abrió el marcador en el minuto 5 y Morata marcó el segundo en el 22. En la segunda parte, después del bocadillo, anotaron Silva en dos ocasiones e Iniesta para terminar de redondear un resultado estupendo, una manita (5-0). Todo fue júbilo y celebración. Los niños terminaron contentos de vivir una experiencia nueva para ellos. Debutaron Kepa y Luis Alberto.