domingo, 7 de abril de 2024

Aracena, Cortegana y Osuna

Para nuestro aniversario de boda realizamos Pepi y yo lo que ahora llaman una escapada de fin de semana. Exactamente fue eso.

Sofía y Miguel nos habían regalado para el día de Reyes uno bono de hotel canjeable por un alojamiento y desayuno a elegir entre un buen número de hoteles.  Tras muchas indecisiones al final elegimos uno situado en Aracena (Huelva), el Hotel La Era de Aracena, que completaba su apellido con el adornado anglicismo de Adults Only, que imagino que básicamente era así porque las habitaciones no son muy holgadas de espacio y no cabe ninguna cama supletoria. 

Así que después la jornada de trabajo del viernes, comimos algo ligero en casa, nos despedimos con muchos besos de los niños y nos metimos en la carretera. En el frigorífico le dejamos comida para un regimiento y algo de dinero, porque bueno, el dinero nunca viene mal y te puede solventar algunos inconvenientes, especialmente los alimenticios. Más felices que unas pascuas se quedaron. Tres horas y media más tarde estábamos entrando en el aparcamiento del hotel. El hotel no estaba completo.  

Habíamos decidido quedarnos a cenar en el hotel. Después de una jornada laboral y el trayecto en coche no nos apetecía otra cosa. Algo de relax y buen yantar. Así que en el restaurante del hotel con unas patatas fritas con jamón de jabugo, un secreto ibérico y una buena cerveza terminamos de aclimatarnos al fresquete de la sierra.

El sábado levantamos pronto para aprovechar el día. Tras desayunar algo ligero en el hotel bajamos al centro para comprar las entradas de la Gruta de las Maravillas. Nos habían dicho que por la mañana temprano ponían algunas entradas a la venta. Y bueno, como somos un poco cagaprisas, especialmente yo, llegamos los primeros, porque queríamos elegir una visita por la tarde. Así lo hicimos.

Pasar por la calle Pozo de la Nieve, que es la que lleva a la Gruta de las Maravillas es como perfumarse en jamón de jabugo. Todo el pueblo desprende un olorcito entre horno de leña, jamón y tocino. Casi que te puedes alimentar solo pasando por la calle. Pero realmente lo que te produce es que te pasas el día con el apetito abierto. En la Plaza de San José encontramos salpicadas un buen número de esculturas. La mayoría me gustaron mucho.

Cogimos el coche y fuimos a Cortegana. En media hora estábamos allí. Lo primero que hicimos fue subir al castillo y desde allí disfrutar de las vistas al pueblo. Hacía un vendaval. Era imposible que Pepi posara para una foto sin que el pelo le tapara la cara. El castillo estaba muy bien cuidado incluso poseía un exposición de monedas antiguas. 

Bajamos al pueblo y vistamos la Iglesia del Divino Salvador, cuyo interior era bastante austero. Paseamos por el pueblo, hasta llegar a la Ermita de San Sebastián, incluso vimos algunos ejemplares de la ruta de los mosaicos empedrados. Como hacía fresco, nos detuvimos a  tomar café en el antiguo casino, situado en la misma Plaza de la Constitución y aunque nuestra primera idea era ir seguidamente a Almonaster la Real, decidimos regresar a Aracena ya que teníamos mesa reservada para comer allí y no queríamos llegar tarde.

Llegamos incluso antes de  tiempo a nuestra mesa en el Restaurante Jesús Carrión. Hacer turismo abre el apetito. Estábamos de aniversario: veintidós años de casados. Había que celebrarlo. Un plato de jamón de jabugo 100% ibérico, unas croquetas de jamón ibérico que si no eran las mejores que he tomado en mi vida, andaban bien cerca. Un ajoblanco con vieira y wakame que nos pareció sublime. Como plato principal me pedí un solomillo ibérico con salsa de setas que no pude terminarme. Para terminar una tarta de queso y almendra amarga puso el broche.

Para bajar semejante homenaje dimos un paseo hasta el Museo del Jamón, hicimos la visita y regresamos al centro pues teníamos prevista una visita en La Gruta de las Maravillas, que según nos habían contado era una visita imprescindible. Además como en las últimas semanas había llovido, ahora la gruta era más hermosa si cabe, porque el agua filtrada aporta un atractivo más. 

Lo cierto es que a la gruta le pusieron ese nombre por algo. Es de una belleza natural sublime. Quedas maravillado mires hacia donde mires. Por mucho que lo expliquen, por muchas aportaciones que te ofrezca el guía, al final, quedas boquiabierto por lo que ves. Es casi un kilómetro y medio en recorrido circular originado -según contaron- por la erosión de las aguas de rocas calizas y por su cavidad freática. Un milagro de más de 500 millones de años de antigüedad. Dependiendo del tipo de piedra la erosión causa unos efectos distintos, por eso cada sala tiene nombre distintos, que son intuitivos según su aspecto: la Sala de las Cochas, Salón del gran Lago, Salón de los desnudos o la Cristalería de Dios. Mi recomendación es que nadie se la pierda. Es una visita de aproximadamente 50 minutos que bien vale su precio.

En la esquina opuesta de por donde entramos a la Plaza del Marqué de Aracena está la Confitería Rufino que, según reza en su fachada, fue fundada en 1875 y su especialidad son las yemas de huevo. Nos llevamos una cajita para casa y también tomamos un café, e incluso Pepi quiso tomar un pastelito. Siempre hay un hueco para un pastel.  Regresamos al hotel, el día había sido largo y tocaba descansar.

Comenzamos el día con energía renovadas. Recogimos las cosas, metimos las maletas en el maletero del coche, liquidamos con el hotel y fuimos a buscar el desayuno a una churrería en la entrada del pueblo. Tras unos churros con chocolate la siguiente parada era Osuna, en la provincia de Sevilla. Tan cerca y nunca la habíamos visitado. Osuna es últimamente conocida como "la Petra de Andalucía" por unos relieves que hay en una antigua cantera desde antes de su ocupación romana.

La visita es guiada y muy interesante además de divertida. Es impresionante por el tamaño general de la cantera y la altura de sus paredes. La historia que cuentan es sorprendente y muy didáctica sobre los tiempo que vivimos.

Osuna es, según National Geographic, uno de los pueblos más bellos de Andalucía, y según la Unesco, posee una de las calles más bonitas de Europa, la Calle San Pedro. Doy fe que bonita es. En definitiva Osuna es un pueblo con edificios renacentistas como la Colegiata de Santa María, que no pudimos visitar porque ya había cerrado, más de una veintena de iglesias, monasterios y conventos.  Decidimos pasear y callejear por el centro hasta llegar a la Plazuela Salitre, donde está el Restaurante Casa Curro, donde tomamos unas alcachofas confitadas con jamón y foie para chuparse los dedos.

La escapada ya estaba echada. Dos días completos disfrutando de la vida. Cosas que te vas a llevar encima y que no te podrán robar. La única manera que conozco de ganarle la partida al futuro. Vivir el presente.

Pd: Estábamos locos por ver a los niños.


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