lunes, 6 de junio de 2022

Sofía se me gradúa

Mi niña, mi pequeño tesorillo, se me gradúa. No es un paso enorme, sino un pequeño paso, pequeño y significativo, algo así como la confirmación de que todo va según el camino deseado, un progresa adecuadamente según lo previsto. Lo cierto es que yo suelo ver todos estos avances como algo positivo, como un avance lógico y deseado, pero en esta ocasión, además de todo lo anterior, también venía adosado un pequeño sentimiento de melancolía, porque se me hace mayor y se me escapa de las manos.

Vas dándote cuenta de que aquellos pequeños seres, aquellos bebés que sentías como algo completamente tuyo, y que dependían tanto de ti, cada día, poco a poco, les van creciendo sus propias alas, y que sí, que es ley de vida y que además es lo esperado y deseable, pero aun así, con una sonrisa y un enorme orgullo miras como al final de la graduación ella se va con sus amigos, y uno se queda allí, viéndola marchar. Alegre y melancólico a la vez. Feliz por el futuro por delante, pero triste porque una vez que aprendan a volar, serán más independientes cada vez, y de alguna forma, se me van de las manos.

El principio de una vida por delante para ellos, o el final de una bella etapa de sus vidas. Las dos cosas en el mismo punto. Por el camino aún les queda mucho, pero mucho que aprender, y tropezar, pero tendrán que hacerlo ellos, y yo estaré ahí, observando, midiendo, equivocándome, porque también es mi primera vez en esto de ser padre, y porque nadie hace las cosas siempre de la manera correcta. Lo único seguro que puedo decir es que lo hice lo mejor que pude y lo hice pensando en su bien. Y que siempre estaré ahí. Que no es poco.

 


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