Los que siguen este blog, es decir una tercera parte de cuatro gatos, saben que me encantan los animales y que desde las pasadas navidades poseo y luzco orgulloso un pase anual para el Biopark de Fuengirola, y casi siempre que encuentro un momento intento acercarme a visitarlo, especialmente ahora que en la madrugada del último sábado de marzo una cría de tapir malayo, tras más de un año de gestación, nació en el Biopark. Todo un acontecimiento.
Según leí se calcula que quedan poco más de dos mil ejemplares de tapir malayo en el mundo, y 45 de ellos en zoológicos que trabajan en su protección. Según parece sólo han nacido 24 en todo el mundo en la última década. Las hembras suelen parir sólo una cría y como tiene gestaciones de 13 meses pues es una especie de reproducción lenta, lo que agrava aún más su peligro de extinción.
Teniendo en cuenta que la pareja de tapires malayos del Biopark (Mekong y Rawa, así se llaman) son los únicos que hay en España, el logro del nacimiento de Tari -así la han llamado- es un acontecimiento único y extraordinario.
Los tapires malayos son unos mamíferos enormes, que puede alcanzar los 300 kg y medir más de 2m. Son fácilmente reconocibles por su coloración blanca y negra, como un panda, aunque tienen el cuerpo similar a un cerdo con trompa. Son animales prehistóricos y están emparentados con los rinocerontes y los caballos actuales.
He de decir que Tari es muy jovial, se mueve rápido y parece alegre, curiosa, pero lo que llama más la atención es que es de piel moteada, como el lomo de un cervatillo. Parece que a medida que vaya creciendo irá cambiando gradualmente su apariencia hasta adquirir la coloración de los adultos.
Salí del Biopark como orgulloso, como viviendo una satisfacción tonta, casi absurda, pues poco mérito tengo yo, pero sí que salí contento de haber visto algo que poca gente ha visto en su vida, una cría de tapir malayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario