miércoles, 7 de abril de 2021

Rafa Macarrón en el CAC Málaga

El mismo día que visitamos el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga para ver la exposición de Jules de Balincourt, también visitamos la exposición del autor madrileño Rafa Macarrón. La exposición fue bautizada con el nombre de Quince, porque ese es el número de obras mostradas, tanto dentro de las salas como en el exterior, porque en el mismo acceso al edificio del CAC Málaga, junto al río Guadalmedina, estaba expuesta una enorme y llamativa escultura de bronce en color negro titulada Perro I.

Quince puede parecer un número reducido para una exposición, pero la realidad es que dentro de cada obra de Rafa Macarrón existen muchas pequeñas obras, nunca mejor dicho en este caso, porque las obras de Rafa son en general de grandes dimensiones y abundante contenido, especialmente en un políptico formado por cincuenta dibujos individuales e independientes.

La obra que me encontré es la trabajo, según mi juicio, de un amante de los cómics, algo que se puede comprobar especialmente en el políptico, que parece la presentación en forma de orla de la ficha de todos y cada uno de los estrafalarios y  singulares seres que uno podría encontrarse en un lugar como la Cantina de Chalmun, aquel establecimiento ficticio de la saga de Star Wars localizado en el planeta Tatooine. Fotos de carnet de seres imaginarios, que parecen pertenecer a una misma especie a pesar de ser tan distintos entre sí, pero que Rafa les ha conferido una especie de inhumanidad común entre ellos.

Ver la obra de Rafa Macarrón requiere tiempo y ganas de jugar. Hay que dar un paso atrás y regresar a cuando nos tumbábamos en la cama, nos quitábamos los tenis sin desabrochar los cordones, usando la técnica innata de talón contra talón y disfrutar de lo que se ve, como antes disfrutábamos de un cómic. Pasar la página con los ojos bien abiertos y observar que en los dibujos uno puede apreciar influencias que a mí me parecen evidentes como la de Picasso -¡esas manos con dedos como panes!- y otras no tan evidentes como la de Basquiat.

En la exposición presentada en Málaga deja de lado los colores vivos y gritones que otras veces ha utilizado en sus obras y se decanta por blancos y negros y una reducida paleta de pasteles, así como múltiples técnicas y un amplio número de materiales.

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