Ya dejé escrito por aquí, para que no haya ninguna duda, que aunque el Málaga descendiese a Primera Ref, yo iba a estar ahí, y desde hace ya unos años también Miguel, mi hijo. Aquí seguimos. El niño me ha salido futbolero y aficionado malaguista, cosa que no era complicado que sucediese, igual que mi hija, aunque ella -según confiesa- un escalón menos apasionada. Miguel y yo somos socios desde hace ya bastantes años. Y este año no podíamos faltar.
Se va acercando el tramo decisivo de la Liga, donde te lo juegas todo. Cada partido es importante siempre, pero cuando te acercas al tramo final ya no hay posibilidad de enmienda, un fallo, un pinchazo, o incluso una lesión pueden resultar irremediable y ya no quedará partidos para recuperar lo perdido.
En la Jornada 37 tocaba jugar en casa contra el Antequera, uno de los equipos revelación de la temporada. Posicionado en la parte tranquila de la tabla, sin jugarse nada. Cerca de los puestos que optan al ascenso pero si posibilidad. Con el trabajo hecho, ya con la mente puesta en la siguiente temporada. En cambio el Málaga está en cuarta posición, con los Playoff de ascenso asegurado, y lo que queda es averiguar en qué posición y cuáles serán los rivales a enfrentarse. Lo demás es poner el corazón a prueba.
Último partido en casa antes de los Playoff. Llegábamos en una dinámica mala. Los últimos cuatro partidos en casa fueron empates. Y de los últimos cuatro partidos tres empates y una derrota. Era importante ganar, especialmente para agarrar una buena dinámica de resultados antes de los Playoff.
Al final se ganó con solvencia. La tensión de jugarse algo más que meros puntos por parte del Málaga, desequilibró el partido. 3-0 fue el resultado final. Goles de Roberto, Larrubia y Luca Sangalli. ¡El campo a rebosar!
Pd: al partido vinieron varios amigos de mi hijo. José Miguel, Lucena, Samuel, Pablo y su abuelo. Lo pasamos en grande.