domingo, 25 de agosto de 2024

Olvera, lugar deseado

Ya lo he contado otras veces en este blog -diría que casi cada verano-. Llegadas las vacaciones solemos juntarnos con un grupo de amigos a hacer una escapada de un par de noches. Tres días, dos nocehs. Elegimos un lugar tranquilo, alejado de la playa para evitar la subida de precios asociada al verano y es de obligado cumplimiento que tenga piscina. Y si puede ser que en el hotel o en sus alrededores cercanos se coma bien. Si cumple todos estos requisitos tiene muchos puntos a favor.

Solemos juntarnos tres parejas con nuestros niños, en total 11 personas. El primer día, temprano, quedamos en un punto intermedio desde nuestras casas al destino y así nos juntamos para desayunar.

Lo que viene por delante es simple y llanamente una esperanzadora perspectiva de descanso, la buena compañía y el mejor comer. Desconectar a lo grande. Porque vamos a eso, a descansar, a dormir a pierna suelta, comer bien y pasarlo mejor. Hay tiempo para casi todo. Para dormir la siesta, para leer, para charlar en la sobremesa, e incluso para pasear al caer la tarde. Lo importante es disfrutar de la compañía de amigos y relajarse.

El tiempo aprovechado es como coger aire, como haber detenido el estrés y la vida cargada de ansiedades para despejar la mente y relajarse reposando por completo. No diré que lo consigo cien por cien, pero sí que estos días me sirven para separar el trabajo con el descanso. Es tanto el desahogo que me cambia hasta el humor. Fuimos por tercer verano a Olvera y el brebaje en conjunto tuvo el efecto esperado.


Sagri, Pepi y Juani. Ni tan mal.

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