Nada más comenzar agosto llegó a mis oídos que el Museo Carmen Thyssen de Málaga realizaba una apertura nocturna gratuita el primer jueves de agosto, es decir, el primer día de agosto, que coincide con el primer día de mis vacaciones, y pensé que era una estupenda manera de aprovechar para ver la exposición temporal Modernidad Latente que tenía intención de visitar en este mes de descanso. Así lo hicimos. La familia al completo.
No soy un gran entusiasta de la Modernidad en la pintura. Probablemente porque no estoy preparado y no la entiendo o me falta formación o todas juntas. Aún así, siempre suelo encontrar obras que me parecen soberbias. Entre las más de sesenta obras que se presentaban en la exposición temporal un buen número de ellas me encantaron.
Visitando los museos suelo jugar conmigo mismo a imaginar que si me dieran la posibilidad de llevarme una sola obra a mi casa, sin opción de venderla, quiero decir por el simple hecho de poder colgarlo en mi casa, para no andar condicionado por los supuestos precios que alcanzarían en una supuesta subasta. ¿Cuál te llevarías? Normalmente elijo la obra que más me guste, claro está, pero no basta con eso. Hay que tener en cuenta que vivo en un pequeño piso, donde por ejemplo no tendría espacio para colgar Las Meninas de Diego Velázquez. Así que tengo la gran limitación a tener en cuenta en la que el tamaño es fundamental.
La obra fechada entre 1922 -1923 es una reinterpretación cubista con una vuelta de tuerca. Al fondo, en un horizonte enmarcado por una ventana (muy Matisse) se representa un paisaje arquitectónico, de una homogeneidad diversa y escalonada, realizada con una paleta de colores fríos pero apastelados. No incluye ninguna persona, tan sólo el paisaje de una población sin ventanas que parece estar abandonado. El cielo es azul, y la mesa, donde está apoyada la pecera, es de colores tierra. El marco de la ventana es verde, como las hojas verdes que aparecen en primer plano a la izquierda. Las palmeras del fondo están casi mimetizadas con los colores azules de las viviendas y lo que más sobresale del cuadro son los tres peces de colores, que parecieran estar rindiendo homenaje a los melocotones de Cezanne, con sus colores de pastel anaranjados. Hay que resaltar el atrevimiento del contraste que ofrecen los peces con sus siluetas curvas y la esfera de la pecera en un cuadro con evidentes influencias cubistas. Una maravilla de cuadro.
Bueno, pues como el cuadro mide alrededor de 73 cm por 56 cm , que es un tamaño manejable, procedo a descolgarlo. No se lo digan a nadie.
Pd: Luego pensé que no era tan buena idea ir cargando con el cuadro todo el rato, con el calor que hacía y como pensábamos ir a picar algo -como así fue- pues lo dejé allí.
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