En agosto viajar a Portugal incluye pasar calor. Es algo que podíamos imaginar, pero como la idea era ir al norte de Portugal, a Oporto y alrededores, pues pensábamos que el calor nos daría un poco de respiro. Pero no fue así, además de una ola de calor en la semana previa a nuestro viaje también hubo incendios por la zona que hicieron que se alcanzaran unas temperaturas más elevadas de la cuenta. A ratos parecía que alguien se había dejado la puerta del horno abierta de par en par.
Según las agencias metereológicas se suponía que ese preciso día íbamos a tener las temperaturas más altas de la semana. Y no seré yo quien lo ponga en duda, porque calor hizo.
Dentro de lo posible, había que intentar esquivar estar paseando a las horas de más calor por lo que decidimos levantarnos temprano para comenzar pronto y pillar las primeras horas frescas del día. Teníamos previsto visitar Braga, y así lo hicimos.
Salimos del hotel, cogimos el coche y nos fuimos en dirección a Braga, pero la primera visita prevista era la Basílica de Bom Jesus do Monte, o más específicamente, ver las Escadórios do Bom Jesus, que es impresionante, pero también tremendamente cansado. De camino, antes, paramos a desayunar en una panadería cerca de Braga, llamada Padaria de Dume. Desayunamos muy bien.
Aparcamos a los pies del buen Jesús y comenzamos nuestra ascensión a pie, escalinata tras escalinata. En cada final de tramo, una capilla. No sé cuántas capillas vimos pero sí que subimos escalinatas hasta acabar reventados. Cuando llegamos a la base de la escalinata final, y ya se veía desde abajo la famosa vista de la Basílica, paramos a descansar y a hacernos fotos. Las vistas y la perspectiva eran maravillosas, pero sólo pensar que tendríamos que subir para luego bajar todo ese escalinata de nuevo se nos vino abajo la ilusión. Consultamos por Internet lo que nos esperaba arriba y decidimos que podíamos prescindir de subir las escaleras. Seguro que nos equivocábamos pero ya llevábamos mucho meneo en el viaje.

Bajamos todo lo subido y cogimos el coche camino del centro de Braga que teníamos reservada un free tour en el que también nos iba a tocar dar un buen paseo andando. Aparcamos en Campo das Hortas, muy cerca de donde comenzaba la visita con guía. En el centro de la plaza una imponente fuente del siglo XVII, rodeada de un jardín de forma casi triangular. Me llamó la atención la exuberancia de las flores que bordeaban la plaza. No recordaba haber visto nunca flores así. Nos adentramos en grupo por el Arco da Porta Nova, un arco de entrada de estilo barroco que es históricamente una puerta de entrada al centro de la ciudad.

La primera parada, fue visitar el Ayuntamiento de Braga (Paços do Concelho), un edificio barroco de estilo portugués, delante del ayuntamiento está la Praça do Municipio y en su centro presidiendo una conocida como Fonte do Pelicano. continuamos por la rua Eça de Queirós hacia el Jardim de Santa Bárbara, junto al Antigo Paço Arquiepiscopal. No quisiera pasar por alto la belleza de este jardín. Es posible que sea uno de los jardines más bonitos y mejores cuidados que nunca visité. Ostenta una variedad de flores de una exuberancia y una belleza inusual. Vi flores que no había visto nunca. Además se encuentra en el corazón de Braga, con un castillo amurallado y en el centro una fuente del siglo XVII con una estatua de Santa Bárbara que da nombre a la plaza. Un lugar de obligada visita si se viene a Braga.
Junto al jardín hay una fuente con un dragón, una llamativa escultura moderna de hierro. Continuamos hacia el Museu do Cavaquinho, que es un instrumento portugués de cuatro cuerdas, pariente primerizo de la guitarra y cercano del ukelele. Allí vimos trajes típicos del folklore local. Al final de la calle hay una cafetería, A Brasileira, fundada en 1907, que fue una de las primeras en ofrecer café, proveniente de Brasil, en la ciudad. Un lugar icónico de la ciudad.
Vistamos la Basílica dos Congregados, de estilo barroco, adosada a edificios con azulejos típicos de Portugal. Una estampa típicamente portuguesa. Cerca está la Igreja de Santa Cruz en cuya plaza está el letrero con el nombre de Braga, junto con el que nos hicimos una foto. Pepi esa foto no la deja pasar.
A un lado de la plaza está también la Igreja de Sao Marcos, y junto a ella un hotel que ocupa parte de la edificación. Algo curioso. En la parte trasera de la Igreja de Sao Marcos hay un Palacio barroco del s XVII, el Palácio do Raio, antigua residencia de un mercader adinerado. La fachada tiene una cubierta ornamental con balaustrada y los dinteles de los ventanales están adornadas casi al estilo rococó y todo queda perfectamente integrado en el estilo portugués con la fachada de azulejos. Una fachada muy elegante y preciosista.
Cruzamos a la Avenida da Liberdade llena de tiendas comerciales de vuelta a la Praça da República donde visitamos la Igreja da Lapa, una de las iglesias más queridas por la gente de la ciudad -según nos contó el guía-. Está algo complicada de encontrar a pesar de estar en primera línea de una plaza, pero como la fachada tiene una arcada que la recorre y puede pasar desapercibida.
La mañana había sido calurosa y cansada, así que llegó el momento de sentarnos a descansar y a comer algo. Fuimos en dirección al coche y junto a la Porta Nova, vimos un restaurante, que era el restaurante de un hotel, Porta Nova Collection House, donde tenían un buen aire acondicionado. Comimos estupendamente. De entrada una tabla de quesos, y yo me pedí una especie de bacalao encebollado que estaba riquísimo. Si vuelvo a la ciudad y puedo, sin duda regreso al mismo restaurante.
Al salir del restaurante el calor era verdaderamente sofocante. Así que fuimos al coche, encendimos el aire acondicionado y regresamos a nuestro hotel de Oporto. Algunos aprovecharon el trayecto para darse una buena siesta. Aparcamos en el hotel, subimos a la habitación para hacer un rápida pausa de hidratación y fuimos a coger el metro.
Nuestro objetivo portuense era vivir la experiencia de pasar en metro sobre el Ponte Luis I en dirección al Jardim do Morro, en Vila Nova de Gaia, desde donde dicen que están las mejores vistas de la ciudad. Buenas son, no hay dudas. Pasamos un buen rato disfrutando de las vistas y decidimos volver a cruzar el duero por el nivel más alto, es decir por donde pasa el metro, pero esta vez caminando. Llegamos hasta Sao Bento, y bajamos por la rua das Flores una de las calles más bellas y emblemáticas de la ciudad, donde antiguamente estaban los artesanos de la ciudad. En la rua das Flores se encuentra la Igreja da Misericórdia, del siglo XVI.
Se acercaba el atardecer lentamente, fuimos dejándonos llevar por las inclinaciones de las cuestas, por la atracción de las fachadas y por una especie de embrujo a olores que flotaban en el ambiente. En la Praça de Lisboa, cerca de la Igreja dos Clérigos sabíamos que había un buen número de restaurantes, así que nos fuimos dejando llevar hasta allí. Finalmente cenamos en Casa Guedes Progresso donde Miguel vio que servían unas croquetas de gran tamaño que le entraron por el ojo. No cenamos nada mal.
Al salir del restaurante encaminamos hacia la Avenida dos Aliados, pero nos detuvimos a tomar un helado que refrescara el paseo antes de coger el metro que nos llevara de vuelta al hotel. Un día largo sin duda. Al día siguiente teníamos previsto comenzar nuestra vuelta a casa. Pero íbamos a hacer noche en Évora, que teníamos ganas de conocer, pero había alerta naranja por altas temperaturas. Además estaban los incendios que seguían creciendo. No nos parecía muy buena idea. Así que decidimos anular la habitación que teníamos reservada y hacer el camino de vuelta a casa. Sí que era una buena paliza. Pero iríamos parando a tomar café, hacer necesidades y a comer en algún momento. Así lo hicimos.

Desayunamos bastante bien en el hotel, nos montamos en el coche y a meterse en la autopista. Pusimos rumbo hacia el sur. Pero decidimos parar a comer en Zafra. La copiloto se encargó de elegir restaurante mientras yo conducía y acertó. Comimos estupendamente en el Restaurante Hotel Plaza Grande. Dimos un pequeño paseo por el centro, para llevarnos una ligera idea del pueblo y continuamos pero en esta ocasión con la dirección marcada en el navegador. Dirección hogar.
Aún paramos a tomar un café en un área de servicio antes de llegar a Sevilla, en Las Pajanosas. Estuvo muy bien, y casualmente pudimos ver el la segunda parte del primer partido de liga del Málaga frente al Racing Club de Ferrol. Empatamos a dos. Fueron en total unas nueve horas y media de carretera. Poco más de 900 km sólo en ese día, pero llegamos a casa con nuevas experiencias vividas, que al fin y al cabo es de lo que cuenta esto de vivir.
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